Dentro de la programación de Periferias, amplia y con actividades para todo tipo de público, encontramos un micro festival, Micronesia, que llega en este 2016 a su novena edición, un festival dentro de un festival. Igual que una matryoshka, dentro de Micronesia encontraremos microespectáculos teatrales. Es, literalmente, un microfestival de microteatro.

Robert Kimber, uno de los grandes creadores y teóricos del teatro de guerrilla, explicaba que el microteatro contiene los principales ingredientes del teatro pero con las ventajas de la inmediatez, la frescura, que es posible llevarlo a todas partes y se necesita de muy pocos elementos para poder ponerlo en escena. Kimber lo asociaba al teatro brechtiano, pero en Micronesia ese concepto va hacia otros derroteros. Si el teatro brechtiano se construye a través de microescenas que componen el gran mural que acaba siendo la obra de teatro, en las creaciones que se alojan en Micronesia encontraremos seis espectáculos que son historias en sí mismas, con entidad propia.

La programación de este año es arriesgada. La mezcla de géneros y la diversidad de las propuestas generan en el espectador respuestas muy extremas que van desde el gag de humor hasta un desgarrador drama. Prepárense, pues, a pasar por muchos estados de emoción.

La programación de Micronesia está pensada para que, en una sola jornada, se puedan ver los seis espectáculos que se presentan, aunque también se pueden repartir entre los tres días que dura el evento. El espectador puede elegir entre comprar una entrada individual para espectáculos determinados (3 euros) o el abono para los seis (15 euros) y repartirse la asistencia a su gusto. Ayer viernes fue el primero y hoy sábado y mañana domingo seguirán representándose. Mi primera idea fue la de dosificarme y acudir a tres espectáculos el viernes y otros tres el sábado. Una vez metido dentro me resultó imposible dejarlo. Vi los seis, uno detrás de otro.

Micronesia se desarrolla en seis espacios diferentes dentro del Centro Cultural Manuel Benito Moliner (antiguo Matadero). En el hall de entrada, situado en el escenario del teatro del centro, se va llamando cada cinco minutos a los espectadores de las respectivas propuestas. Éstas duran, como máximo, quince minutos y hay una representación cada media hora. Dentro del edificio se produce un contínuo trasiego de espectadores que entran o salen de un espacio a otro, siempre guiados por alguna persona de la organización. A pesar de la complejidad de coordinarlo todo, apenas hay retrasos. Voy a comentar los espectáculos en el orden en el que los vi ayer viernes, sin establecer ningún orden de preferencias.

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Georgina Llauradó e Irene Benavent. ¿Pero dónde está Bertín?

The Marshmallow Girls – ¿Dónde está Bertín?

Desde Reus nos llega este musical (sí, sí, un musical) donde esperamos la llegada de Bertín Osborne, la encarnación del galán por excelencia, quien tiene que protagonizar un musical en inglés montado por un par de chicas que tienen al madrileño como icono de la masculinidad. Esta es la atípica sinopsis de una propuesta sencilla y llena de talento, graciosa, y que juega con los ingredientes propios del género musical. Micronesia es el estreno de la versión en castellano de esta propuesta simpática, sin grandes pretensiones, que nos dejará un dulce sabor de boca. Georgina Llauradó e Irene Benavent crean dos personajes entrañables que en algún momento caen en el estereotipo, pero que están dotados de vida propia. La risa o la sonrisa están garantizadas.

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Amparo Nogués y Alfonso Palomares en un ensayo de Taxi!

Lagartolagarto – Taxi!

Si The Marshmallow Girls conseguían que nos riéramos a gusto, la compañía oscense Lagartolagarto consiguió arrancarnos la carcajada. Taxi! es un sketch escrito, dirigido e interpretado por Alfonso Palomares, quien está acompañado en el escenario por Amparo Nogués. Una mujer, visiblemente alterada, se sube a un taxi. Quiere llegar cuanto antes al aeropuerto. El taxista, que dormía plácidamente, tampoco es una persona que destaque por su cordura. Desternillante episodio, con una escenografía deliciosa y unas actuaciones muy en la línea del trabajo de la compañía. Nogués y Palomares saben cómo crear dos arquetipos modernos y conseguir del público la carcajada.

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Tomás Pombero y sus marionetas de Náufrago

Desguace Teatro – Náufrago

Tomás Pombero es el creador de esta deliciosa aventura etílica. Teatro de títeres creado con elementos propios de una fiesta de noche de fin de año. Náufrago es un espectáculo que se estrenó en Lima (Perú) en 2010 y que lleva seis años cosechando éxitos. Pombero empezó representándolo en su casa y posteriormente ha ido de gira por varias ciudades y países. Todo el equipo de la obra (iluminación, escenografía, música, títeres…) cabe en una maleta y pesa 21,3 Kg. El resultado es una deliciosa obra de títeres sin diálogo pero sí con sonido y onomatopeyas. Una aventura en la que el destino tragicómico de su protagonista nos hará descubrir una nueva forma de entender el teatro de títeres.

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Eduardo Hernando y Raúl Camino, de la compañía Pez Limbo.

Pez Limbo – Boxers

Dos hombres se encuentran en un espacio indeterminado. Ambos necesitan dinero rápido. Poco a poco se irá desvelando el secreto que rodea a una situación que va variando de la sordidez a la comedia, de vuelta al drama, retorno a la comedia… Un viaje por las emociones más básicas del ser humano en una situación límite. Desde Euskadi nos llega este espectáculo de microteatro que es una perla.  Raúl Camino y Eduardo Hernando componen un par de personajes que viven en una situación al límite y que tienen que cumplir con un encargo para ganar dinerito fácil. Poco a poco vamos viendo cómo han vendido su voluntad, pero que también es posible que ante una situación extrema, dos auténticos desconocidos sean capaces de sentir curiosidad y empatía hacia el otro. Como espectador, a veces, en este espléndido espectáculo agridulce, la risa se congelará en tu rostro.

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Kike Lera interpreta al marqués de Q, protagonista de El castillo de la carta cifrada, basado en la novela de Javier Tomeo.

Tornabis Producciones – El castillo de la carta cifrada

Hay algunas películas que te dejan con la sensación que eran un corto al que han hinchado artificialmente para poder dirigir un largometraje. Con esta adaptación teatral de la novela homónima de Javier Tomeo pasa todo lo contrario: es un texto lo suficientemente importante como para dejarlo sólo en 15 minutos. Tornabis Producciones está trabajando en llevar este texto a escena y presentan aquí una versión muy reducida del mismo. Demasiado reducida, para mi gusto. Decir que Kike Lera es un gran actor es, a estas alturas, descubrir la sopa de ajo, por eso espero que el proyecto prospere y podamos ver El castillo de la carta cifrada promete llegar a ser un buen espectáculo pero, por el momento, es un work in progress. Vale la pena verlo para poder compararlo con el resultado final.

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El actor y director Santiago Meléndez es El hombre que se sienta al fondo y nunca dice nada.

Santiago Meléndez – El hombre que siempre se sienta al fondo y nunca dice nada

Es el espectáculo más intenso de los seis que se presentan en esta edición. Y no es una intensidad física, sino emocional. Santiago Meléndez realiza un viaje introspectivo, un auténtico striptease en el que desnuda su alma. Sin palabras, sólo bajo la carpa sonora que crea la música de la compositora griega Eleni Karaindrou y un tema interpretado por Chet Baker, asistimos a un espectáculo en el que hay una coreografía aunque no sea un baile, en el que hay una dramaturgia surgida del dolor y que invita al espectador a una bajada a tumba abierta al terreno más primigenio de los sentimientos. Es auténtico equilibrismo sin red, con riesgos calculados, pero sin red, al fin y al cabo. Drama bello y sincero, duro y jodidamente humano.

Micronesia 2016

En definitiva, seis espectáculos recomendables, cada uno en su estilo. La variedad de estilos y propuestas es amplia, la elección ha sido cuidadosa e interesante y las propuestas presentadas tienen todas ellas su público. Yo no me perdería estos dos días que quedan de Micronesia. Por nada del mundo. Estoy por repetir…