Hace poco más de un año escribí una crónica sobre los seis espectáculos que se podían ver en la edición de 2016 de Micronesia. Uno de ellos era un fragmento de El castillo de la carta cifrada, novela de Javier Tomeo, que el actor y director Kike Lera había adaptado para la escena. En esa crónica comentaba que era una especie de work in progress de un espectáculo que pedía a gritos ser llevado a escena en su integridad y que había que verlo para comparar las dos versiones. Me alegra comprobar que la espera ha valido la pena.

El castillo de la carta cifrada es una novela que Tomeo publicó en 1979 y que, como es habitual con su obra, ha sido llevada a los escenarios en diversas ocasiones. La primera adaptación teatral de este texto de la que tengo noticia es la que sirvió para inaugurar en 1993 el Kölner Schauspielhaus, un teatro de 60 localidades dedicado exclusivamente a autores de vanguardia. Otro montaje destacable del texto es el que realizó en 1997 la Cómedie Française, dirigido por Félix Prader. Y es que Javier Tomeo es adorado en Alemania y Francia en la misma medida que es casi ignorado en España. En los teatros de toda Europa se puede ver su nombre al lado de los de Beckett, Pirandello o Pinter. Aquí, salvo algún francotirador cultural, pocas veces veremos a alguien que reivindique su obra. Y sin embargo, Tomeo es, junto con Buñuel y Goya, el tercer genio universal que ha dado Aragón y ya iba siendo hora que una compañía oscense reivindicara su obra. No deja de ser irónico que, habiendo nacido en Quicena, cuando en 1999 se propuso su nombre para el Nobel fuera por iniciativa de la ciudad de Zaragoza.

Afortunadamente, quien ha aceptado el reto de reivindicar a Tomeo ha sido Kike Lera. A su técnica como actor hay que sumarle una inteligente interpretación del texto, tanto en su faceta de actor como en la de director, conservando todo el somardismo local encerrado en el texto y añadiendo lecturas interesantes a una obra que es una reflexión sobre varios temas fundamentales en la sociedad actual: los roles de mando y sumisión, la soledad, el aislamiento…

El Marqués que interpreta Lera es un hombre solitario, lleva 20 años aislado con la única compañía de su criado Bautista, interpretado por Juan Carlos Giménez. El espectáculo es, en esencia, la larga lista de instrucciones que el Marqués dicta a su criado sobre cómo ha de entregar una carta. Entre estas detalladísimas instrucciones, podemos entrever cómo ha sido la vida de esta singular pareja. El Marqués se ha aislado del mundo exterior, encerrado con sus miedos, sus amores imposibles y su amor desmedido por la entomología. Bautista asimila las órdenes de su amo y al mismo tiempo nos muestra, en una deliciosa metáfora escenográfica, el frágil mundo en el que vive su empleador. Al tratarse de un monólogo, ambos actores tienen ante sí un enorme reto: Lera lleva el peso del texto, mientras que Alcolea tiene que darle una réplica muda, un exigente trabajo que, aunque en algún momento cae en la redundancia, en líneas generales está perfectamente resuelto. La dirección, ejercida por el propio Kike Lera, ha conseguido realzar el texto con algunas escenas encantadoras, como el baile o las muestras de admiración del Marqués por los insectos.

No se engañe el espectador. Lo que hacen en escena es muy difícil. Podían haber escogido un camino más fácil, pero han preferido seguir por el camino de la fidelidad a Tomeo. A pesar del clasicismo de la puesta en escena, se asumen riesgos. Se nota que dirige un actor que, además, acepta el reto de interpretar al Marqués. Quizás hubiera sido más fácil para Kike Lera interpretar a Bautista, pues la labor de interpretar y dirigir un monólogo no es nada sencilla, pero tiene muy clara cuál es la visión del texto, cuál la importancia y el peso de cada escena y cómo aprovechar una escenografía minimalista que juega a favor del montaje.

El Teatro Olímpia de Huesca acogió el estreno de este montaje que, en cuanto adquiera un poco más de rodaje, un ritmo algo más vivo y solucione un par de aspectos técnicos, será uno de los más deliciosos que se puedan ver esta temporada. El castillo de la carta cifrada es, en definitiva, un muy digno homenaje a la obra de Tomeo realizada por Kike Lera, un actor/director que ha sabido entender a la perfección el complejo mundo literario del genial autor que nació quicenense y murió universal.