Esta publicación saca del olvido el mundo de las pardinas, como se conoce popularmente a este tipo de poblamiento en un hábitat disperso y parte fundamental de la idiosincrasia de la zona prepirenaica, “un paisaje altoaragonés gestado y diseñado por la mano del hombre”, como ha manifestado Maribel de Pablo.

Óscar Martín, ingeniero agrónomo de profesión y para quien es su primer trabajo editorial, relata a lo largo de más de 200 páginas de qué manera se las ingeniaron para sobrevivir los pardineros, fundamentalmente en la cuenca del río Asabón.
Es imposible comprender los paisajes y la propia existencia del Prepirineo, sobre todo el occidental, sin conocer la historia de las pardinas”, “es un homenaje a la gente que sostuvo aquel mundo y trata de dar a conocer una zona injustamente desconocida, incluso dentro del propio Alto Aragón”. Estas descripciones gráficas y argumentos esgrimidos por la responsable de Desarrollo Territorial y Medio Natural de la DPH, Maribel de Pablo, y el autor Óscar Martín ayudan a explicar qué puede encontrar el lector que tenga en sus manos el último título de la colección Félix de Azara.

De carácter monográfico, este libro saca del olvido el mundo de las pardinas en la provincia y como resultado de numerosas entrevistas relata de qué manera se las ingeniaron para sobrevivir sus moradores, fundamentalmente en la zona donde encuentran su máximo exponente como es la cuenca del río Asabón, afluente del Gállego por su margen derecha y que abarca una gran superficie comprendida entre el pantano de la Peña, al sur, y el puerto de Santa Bárbara y la sierra de San Juan de la Peña, por el norte.

Como ha explicado Óscar Martín, “vivían de lo que sembraban, de los pastos y, en muchos casos, de colaborar en las sacas de madera que hacían los propietarios y solían proceder de pueblos cercanos a la pardina”. Todos los pardineros guardan recuerdos, por ejemplo, del ya extinto sector maderero en el que a día de hoy, aunque con muchas dificultades, sigue existiendo aprovechamiento forestal en varias pardinas con destinos como la papelera de Sangüesa o pellets de biomasa.

Cerca de cuarenta publicaciones han visto la luz con las ayudas a la edición que llevan el sello Félix de Azara de la Diputación Provincial. Estos últimos años han sido ediciones como Las rosas de Aragón, la última en la que participó el recientemente fallecido Pedro Montserrat, Insectos, tesoros diminutos, de Sergio Bestué; Alfonso Ferrer se centró en el valle de Gistaín e Inma Ferrer del secano al regadío, en Ontiñena; más recientemente se han presentado la Guía de mariposas de Guara y Vivir en las alturas, firmadas por los naturalistas Rebeca Rodrigo y Javier Ara; y este año a la de Óscar Martín se sumará el cómic de Carlos Enríquez, basado en la vida de Félix de Azara y sus vivencias por Sudamérica.

Una trayectoria editorial que ha resumido la responsable de la DPH, Maribel de Pablo, para afirmar que “esta aportación en materia de concienciación y, por supuesto, de estudio e investigación es la mejor manera de continuar con el compromiso que demostró Félix de Azara” y, refiriéndose a este último trabajo, ha destacado que “Óscar ha sabido acercarnos el paisaje gestado y diseñado por la mano del hombre”, heredado de diferentes formas de ocupación y gestión del territorio, “todo un mundo de trabajo, vida, evolución y supervivencia”, ha puesto de manifiesto de Pablo.

Las pardinas, un tipo de poblamiento desconocido por muchos

Las pardinas, como se conoce popularmente a este tipo de hábitat disperso, se extendieron por un territorio que, según sitúa la propia publicación, abarca desde la sierra de Santo Domingo por el oeste, pasando por el sur de San Juan de la Peña y Sodoruel, aunque también se encuentran por la parte norte en la Canal de Berdún. Se extiende hacia el Serrablo y más allá del Gállego por la Guarguera, Ballibasa y el valle de Nocito y los últimos ejemplos por el este se localizan por el valle del Ara, cruzando Sobrepuerto (pardinas de Niablas, Isuala, Isábal y Asué) y hasta la del señor de Fanlo.

La propia existencia de las pardinas vino marcada por la geografía montañosa de esta parte del Prepirineo, “un medio de aprovechamiento de los recursos, una manera de poblar un territorio que no podía soportar la existencia de núcleos mayores”, ha expuesto hoy Óscar Martín, quien ha precisado que “se trataba de una combinación de pueblo y pardinas, conectadas por múltiples caminos y lazos familiares, a modo de conexiones neuronales”. El tiempo, el avance de la sociedad industrial o las actuaciones del Patrimonio Forestal del Estado están entre las causas que fueron destruyendo, fundamentalmente en los años 60, “esas conexiones hasta dejar estas comarcas totalmente desvertebradas”, ha afirmado Óscar Martín durante la presentación.

En la publicación se da cuenta de vicisitudes históricas, permanecieron como unidades de explotación del territorio con un sistema que fundamentalmente era el arrendamiento, y de cómo se explotaba el territorio y los aprovechamientos que se podían obtener en el ámbito agrícola, ganadero o con la selvicultura.

Al frente de cada casa pardinera estaba el amo y en ella habitaban tres generaciones, además de criados, jornaleros o pastores asalariados que pudiese haber. Otras figuras habituales eran los tiones, hermanos solteros del heredero que solían quedarse con el matrimonio a cambio de trabajo. La vida se desarrollaba entre varios edificios, ya que además de lo que se puede denominar ‘casa-habitación’, había pajar, corrales o cuadras.

Hoy en día más de una de estas casas ha buscado su alternativa como casa rural, albergue, casa de recreo particular, pero su función primitiva ha perdido el sentido. A lo largo de las páginas del libro, se rescata y da vida a la veintena de pardinas del Asabón: Javarraz, Pequera, Nueveciercos, Salafuentes, Montañano, Sierra Alta, Nofuentes-Corralón, Chaz, Ferrera, Gabás, Cercito, Rompesacos, Villamuerta, Esporret, Mesón del Cajicar, Bergosal, Lagé, Visús, Samper Alto y Samper de Asabón, y procedían generalmente de Salinas de Jaca, Villalangua, Paternoy, Bailo, Longás, Ena, Centenero o Santa María de la Peña, aunque también se nombran otros cercanos, como Arbués, Osia, Bernués o algún otro.

Las pardinas del río Asabón. Crónicas de un mundo olvidado es el título con el que se podrá adquirir en librerías esta nueva publicación de la colección Félix de Azara.