Este martes el cantante latino e internacionalmente conocido hacía parada en el Festival Pirineos Sur con su gira ‘Ricky Martin Live 2024’, donde cuenta con más de una decena de fechas por España.
Sin duda, una de las citas más esperadas y de mayor magnitud de la presente edición del festival, aunque no por ello conseguiría el sold out como si habría hecho semanas atrás la banda indie Vetusta Morla, quizá el precio y el día de la semana tuvieran algo que ver.
Aun así, la estrella portorriqueña se subía al escenario flotante de Lanuza frente a un multitudinario público formado por casi 3000 personas, y llegaba dispuesto a revalidar su título de leyenda del pop latino ante un auditorio donde seguramente se encontraban numerosos asistentes del que fuera su primer y único concierto hasta el momento en Huesca un jueves 17 de julio de 1997 en la Plaza de Toros.
Previo al concierto, <<por su talento y su gran contribución a la popularización de la música latina en nuestro país y en la escena mundial>>, la Diputación Provincial de Huesca le otorgaba el Premio Pirineos Sur en la categoría de ‘Diversidad Cultural’, haciendo la entrega en un breve acto entre bambalinas unos minutos antes de su salida al escenario.
Con el explosivo arranque de Pégalo, aparición primero de los músicos, después bailarines y ya por último sobre un pedestal de escaleras cuál aparición, ahí estaba la figura de Ricky Martin y el auditorio estallaba en gritos. Un éxito tras otro, sin pausa: María aparecería pronto para ser coreada a pleno pulmón, Adrenalina, después un pequeño impasse con Vuelve, y otra vez a la carga con Shake your bon-bon, Lola, Lola, La bomba, y She bangs.
Si por sí solo Ricky Martin demostraba que está en plena forma en cuanto a voz y movimiento, qué decir si encima le escuda una banda de hasta ocho músicos, capitaneada por el reconocido director musical afrolatino David Cabrera, y siete bailarines que añaden espectacularidad a una puesta en escena exultante. El artista destacaría que <<son mi familia sobre el escenario, grandes músicos que vienen a dejarnos su alma toda la noche con su arte; sin música no hay nada, sin música no hay vida>>.
A mitad de concierto llegaría la calma, la pausa reflexiva, el repertorio de baladas donde se ponía más tierno con temas antiguos, que como él comentaba, forman parte de él y nos hablan de su historia. Así con Disparo al corazón o Asignatura pendiente brotaba la emoción entre sus mayoritariamente seguidoras. Canciones de amor y desamor que habían acompañado a toda una generación. También sonarían Tal vez, A medio vivir junto a Fuego de noche, nieve de día, o Te extraño, te olvido, te amo, una preciosa balada convertida ya en todo un clásico, y para acabar, Tu recuerdo.
Dejando atrás el momento baladas, algo largo a mi parecer, llegarían los reconocidos éxitos La mordidita, Por arriba, por abajo, Vente pa’ca y Livin’ la vida loca que intensificarían aún más la energía en un tramo final verdaderamente eufórico. El cantante demostraba con sus bailes y contoneos que la sangre latina corre por sus venas, y es que cuando Ricky Martín movía las caderas sus fans enloquecían. Estos serían los últimos grandes éxitos de un acelerado setlist que llevaba al disfrute colectivo, que no paraba de cantar y bailar, tras una actuación de algo menos de hora y media.
La canción oficial del Mundial de fútbol de 1998, Cup of Life en su versión spanglish, y que mantuvo la intensidad de las canciones anteriores, fue la elegida (haciendo además un guiño a la reciente victoria en la Eurocopa por parte de la selección española de fútbol) para cerrar con broche de oro un espectáculo que dejaba la sensación de que al público se le hizo algo corto, y donde se echaron en falta algunas míticas canciones. Pero todo no se puede tener.
En definitiva un espectáculo bastante colorido y bien armado, al ritmo que caracteriza al carismático puertorriqueño, con buenos músicos y esculturales bailarines y bailarinas que le acompañaron gran parte del concierto con movidas y sensuales coreografías y un repertorio cargado de grandes hits que dejaría a un público satisfecho. La fórmula del éxito.