La pequeña ermita de San Juan de Igriés se abarrotó para escuchar a Ana Valero y Raúl Viela el viernes dentro del ciclo de música y patrimonio EnClaves con Puertas Abiertas de la Hoya de Huesca.
El sexto concierto y último concierto del ciclo de música y patrimonio de la Hoya de Huesca reunió en Nocito a un público numeroso y entregado.
El público despidió a Alenta Dúo puesto en pie y con una oavación sostenida para agradecerles el concierto que habían regalado a las ciento veinte personas que abarrotaron la ermita de San Juan de Igriés en el penúltimo acto de la presente edición del ciclo de música y patrimonio EnClaves con Puertas Abiertas, que organiza el Área de Cultura de la Comarca Hoya de Huesca|Plana de Uesca.
La viola de Ana Valero y la guitarra de Raúl Viela ofrecieron el espectáculo de música iberoamericana ‘En las dos orillas’, un programa donde el sustrato de la cultura popular se transforma en referencia universal tras pasar por la mano de compositores como Piazzolla, Falla, Sarasate, Domeniconi o Villa-Lobos.
La combinación de sonoridades contemporáneas sobre fundamentos populares y los magníficos arreglos realizos por Alenta Dúo para la poco habitual formación de guitarra y viola, cautivaron a un público cada vez más numeroso y fiel a la programación cultural de EnClaves.
Todas las piezas interpretadas fueron a dúo, a excepción del tango argentino de Piazzolla, en la que Ana Valero hizo un alarde de timbres, recursos y expresividad, y la pieza cubana que Raúl Viela convirtió en uno de los momentos memorables de la noche.
Las idas y venidas musicales sobre las corrientes del Atlántico, desembocaron en un segunda parte en que Alenta Dúo quiso rendir homenaje a Enrique Granados en el centenario de su fallecimiento. Tras la Jota de Manuel de Falla, los cuatro movimientos de las Danzas españolas de Enrique Granados fueron el instante mágico de un concierto en que ambos intérpretes sonaron bien balanceados y que agradecieron la buena acústica del edificio.
Los sólidos e insistentes aplausos del público arrancaron a Alenta Dúo una propina musical que puso punto final a la quinta jornada del festival EnClaves que en esta edición de 2016 ha llenado el aforo de todos los conciertos programados, con una oferta musical diversa y en la que han predominado los artistas aragoneses o formaciones que cuentan con aragonesas en sus filas, muchos de ellos desarrollando su carrera profesional fuera de nuestras fronteras y cuyo regreso a la tierra supone una oportunidad de reencontrarse con la calidad y talento que generan los nuevos valores de la música gestada en Aragón y en la Hoya de Huesca. Este reencuentro se realiza en lugares emblemáticos del patrimonio histórico-artístico de la comarca donde tanto el monumento como la música que suena en su interior adquieren un valor diferente y pueden degustarse desde una dimensión extraordinaria que los visitantes, que cada vez en mayor número proceden de fuera de la Hoya de Huesca, aprecian y reconocen.
Último concierto del ciclo con el Cuarteto Crumb
El Cuarteto Crumb fue el encargado de cerrar la presente edición del ciclo de música y patrimonio EnClaves con Puertas Abiertas, que organiza la Comarca Hoya de Huesca|Plana de Uesca, con un programa original y bien armado que fue interpretado con maestría por algunos de los más destacados jóvenes valores de la música española en su especialidad.
Los violines Antonio Viñuales y Jorge Llamas, el viola Abel González y el violonchelo Salvador Bolón interpretaron un concierto articulado en dos partes donde el recorrido por la historia desordenada de la música jugaba en torno al subjetivo concepto de la disonancia. El título de su concierto, Dissonances?, tal y como explicó Antonio Viñuales en la presentación de su actuación, además de una directa referencia al Dissonanzenquartett W.A. Mozart, protagonista indiscutible de la noche, constituía, en especial por el interrogante, toda una declaración sobre la perspectiva desde la que este cuarteto de cuerda aborda la música y compone el discurso de sus actuaciones.
Música contemporánea, antigua y barroca se entremezclaban y combinaban con tal acierto que los encuentros entre las piezas de Igor Stravinsky y las sobresalientes obras de John Bennet o Johann Sebastian Bach resultaban calculadamente enriquecedores e inspiradores.
Pero fue en la segunda parte donde esta conexión adquirió sus más altas cotas, cuando sin solución de continuidad la vanguardista Four (1989) de John Cage hizo las veces de preludio al cuarteto de cuerda en do mayor KV 465 de Mozart. Los cuatro movimientos de su Dissonanzenquartett concentraron la mayor intensidad de toda la tarde-noche en el mágico paraje del santuario de San Úrbez. A su finalización el público interrumpió la actuación con una prolongada ovación.
El Cuarteto Crumb se despidió de las alrededor de ciento veinte personas que asistieron a este concierto tocando O Albion, pieza firmada en 1994 por Thomas Adès.
Hasta en tres ocasiones debieron salir los integrantes del Cuarteto Crumb a saludar para agradecer los aplausos de un público que, a lo largo de todo el ciclo, ha sido fiel y numeroso, superándose la media de ediciones anteriores y cuyo radio de influencia se expandido considerablemente, pues entre los asistentes se cuentan, además de turistas franceses, aficionados provenientes de Zaragoza, Barbastro o incluso Madrid.