Carlos Núñez está de gira por España y posteriormente inicia la gira internacional para celebrar el 20º aniversario de la publicación de su primer álbum, A irmandade das estrelas. Para ello se rodea de un selecto grupo de excelentes músicos y artistas invitados, artistas del folk de la zona donde actúa, y oficia de esta manera una ceremonia de mestizaje de diferentes ritmos, melodías y tradiciones musicales. En Huesca, además de su hermano Xurxo Núñez a la percusión y del guitarrista Pancho Álvarez, que forman el núcleo permanente del sonido que acompaña al gaitero gallego, contó con la presencia de dos artistas invitadas: una violinista irlandesa, Karen High y de la trikilitari Itsaso Elizagoien, dos músicas de virtuosismo y habilidad difíciles de igualar. Además, a lo largo del concierto, se fueron sumando más artistas invitados.
El teatro estaba lleno de un público expectante por ver a Carlos Núñez y el principio no pudo ser más espectacular. Una serie de gigs and reels irlandesas, en ritmo ascendente, dejaron sentadas las bases de un concierto en el que las variaciones de ritmos, estilos, incluso de épocas, eran la constante. Desde cantigas del rey Alfonso X, el Sabio, dedicadas a Santa María, o unas Diferencias sobre la gaita, encontradas en una catedral mexicana y originales del Siglo XVII, a piezas modernas. Incluso realizó una incursión en la música clásica con un fragmento del Bolero de Maurice Ravel, composición de la que explicó que el compositor francés sacó la inspiración escuchando una pieza de folklore aragonés.
Carlos Núñez se mostró enérgico, entregado, no tan hiperactivo como en otras actuaciones, pero con el nervio siempre puesto en la música. Disfrutó, era evidente. Primero porque el público estaba entregado, pero principalmente porque estaba muy bien arropado por un conjunto de músicos e invitados que estuvieron a su altura. En un momento de arrebato, hasta se le desmontó la gaita, la primera de las anécdotas de la noche. En todo momento, Núñez acompañaba a los jóvenes músicos que colaboraban en el concierto, les animaba, les mimaba, consciente de que su posición de músico de fama mundial ha de servir para ayudar a otros artistas emergentes a encontrar su lugar en el difícil mundo de la música folk. Cuando otros artistas se limitan a alimentar su propio ego, Carlos Núñez utiliza su fama para dar presencia a jóvenes valores y esa es una actitud que le honra.
Entre las figuras aragonesas invitadas encontramos a Gaiteros de la Ribagorza, la joven gaitera Mila Dolz, o el bailarín Miguel Ángel Berna, con los que tocaron, entre otras piezas, El baile de la gaita de Bujaraloz. Berna bailó descalzo, visiblemente emocionado y disfrutando del momento, jugando con los músicos, sintiendo las notas, dejando que éstas fluyeran por su cuerpo, creando imágenes de enorme belleza. Fue, sin duda, el punto más mágico de la noche.
Aunque el más entrañable se produjo cuando Carlos Núñez invitó a subir al escenario a una joven llamada Yaiza. Ella se había puesto en contacto con el músico para un momento muy especial. Ante todo el auditorio y mientras el conjunto de músicos interpretaba una canción muy especial para la pareja, le pidió en matrimonio a su novio, Fernando. Evidentemente, el muchacho aceptó encantado.
A partir de ese momento el concierto entró en una dinámica un poco desordenada, manteniendo, eso sí, la elevada calidad musical en todo momento. Rianxeira hizo que el público empezara a animarse en una fiesta que duró hasta el final del espectáculo, casi dos horas de intensa calidad musical que acabó con una numerosa cantidad de público bailando en el escenario junto a los músicos.
Noche, pues, de ritmo y alegría, una velada en la que Carlos Núñez ejerció de anfitrión e hilo conductor para músicas de variadas tradiciones y para intérpretes poco conocidos e indudable talento, además de invitados tan especiales como Miguel Ángel Berna. El público salió muy contento del Teatro Olimpia de Huesca.