Kraftwerk y Peces Raros

Fue una de las últimas incorporaciones al cartel del 30 aniversario de Pirineos Sur y una de las más sorprendentes. Porque ver el espectáculo visual de Kraftwerk y escuchar algunos de sus eternos temas en el escenario flotante de Lanuza es un lujo que pocos podían imaginar. Y sí, fue una noche especial y que se recordará. “The model”, “Autobahn”, “Computer love”, “Trans-europe Express” o “The robots” fueron recibidas con regocijo y alegría en un auditorio expectante por ver a la legendaria banda alemana, capitaneada por Ralph Hütter.

Hieráticos y estáticos como hace décadas, el cuarteto alemán se plantó en el escenario con sus futuristas trajes de luces y sin separarse de sus ordenadores. Los avances de la tecnología ya los vaticinó Kraftwerk y su discurso es más vigente que nunca. Los padres absolutos de la música electrónica comenzaron el deslumbrante show con los ritmos asincopados de “Numbers” para dar paso a continuación al tecno pop de “Computer world”, a la electrónica oscura de “It’s more fun to compute” y el minimalismo de “Home computer”. Todas ellas del álbum “Computer world”, del año 81. Mientras, la enorme pantalla colocada tras la banda, escupía imágenes que reforzaban todo el discurso de los alemanes.

Fotografía: Jaime Oriz

Y tras el pop ensoñador de “Airwaves”, en el anfiteatro de Lanuza sonaron algunas de los temas de la electrónica más importantes que ha creado la mente humana: “The man machine”, “Autobahn”, “Computer love” -una joya pop perfecto-, “The model” -eterna-, “Radioactivity” -imponente, de lo mejor escuchado en todo el festival-, “Tour de France”, “Trans-Europe express”, “The robots”… Y aunque el espectáculo visual fue epatante de principio a fin, todo pasó a un segundo plano ante los temas atemporales que estaban sonando en las montañas del Valle de Tena. Escuchándolos casi de tacada aún queda más patente la impronta que han dejado esas canciones: el David Bowie más experimental, los Depeche Mode tanto luminosos como oscuros, el petardeo de Pet Shop Boys o la magistral asimilación al pop de New Order.

Con “Musique non stop” y unas notas musicales flotando en la pantalla gigante se despidieron; una metáfora perfecta de su música: eterna, etérea, perfecta, al alcance de cualquiera que quiera embriagarse con ella. Va a ser un concierto que se va a recordar, a la altura de una celebración de 30 años.

Los argentinos Peces Raros se sumaron a la importante cita electrónica a última hora y su elección no pudo ser más acertada. El dúo argentino (acompañados por un percusionista en directo) usa de manera muy hábil una amalgama de texturas electrónicas que se funden con guitarras y plantean su concierto como si fuera una sesión de DJ, sin pausas entre las canciones creando un concepto pleno. Hace dos semanas actuaron en Sallent (con un cuarto miembro) y sonaron igual de excitantes y desafiantes. Entre Dorian y Delorean, por poner dos ejemplos de bandas de pop electrónica muy conocidas en festivales españoles.

Lucio Consolo y Marco Viera, intercambiándose constantemente guitarras y sintes desarrollaron un setlist oscuro y cargado de graves, sin dejar de todo del lado su faceta más pop, con el que hicieron repaso a su último trabajo, “Dogma” y alguna de sus últimos sencillos. En Río Babel tuvieron su primera oportunidad de sorprender en España, y ayer antes unas leyendas como Kraftwerk, no se amedrentaron y volvieron a dejar constancia del muy interesante futuro que les depara, con canciones tan excitantes como “Cicuta”, “No van parar” o “Fabulaciones”.

Salif Keita y Koloko!

Y ya son cuatro ocasiones en las que ha actuado Salif Keita en Pirineos Sur. Los conciertos del reconocido artista de Malí son algunos de los mejores recordados en los 30 años de existencia del festival oscense (1994, 2006 y 2013) y con el imponente directo ofrecido ayer habrá que sumar una nueva muesca. Y, junto a la portentosa actuación de la banda del Congo Kokoko!, los sonidos africanos volvieron a resonar y conquistar el Valle de Tena.

La llamada “voz de oro africana” celebró hace poco su 50 aniversario de carrera artística, pero con 73 años se mantiene vigoroso, con una sosegada pero grandiosa presencia escénica. Porque las tablas flotantes de Lanuza las conoce bien, sin duda uno de los lugares en las que figuras como él alcanzaron el reconocimiento en España. Ataviado con túnica dorada y con su característica piel albina, casi se alzaba como un Dios divino sobre las aguas de Lanuza. Y es que, con lo acontecido a continuación, solo faltó despedirse caminando sobre ellas.

Con una voz que se elevaba sobremanera sobre el Anfiteatro y acompañado con una multitudinaria banda, con coristas, percusión, coras y guitarra, armó un setlist atípico, centrado en discos relativamente modernos, pero con el que entregó una de las mejores actuaciones que se recuerdan del de Malí. Con “Mama”, “Dery” y “Yamore” ya desplegó sus mejores armas: una sección rítmica que se movía cómodamente entre el afrobeat y el funky (incluso casi disco en “Lavan”); un guitarrista potente, rockero, pero imaginativo; dos coras a pleno rendimiento; y las hipnóticas voces de las dos coristas. Y en medio de todo, Salif Keita, inmenso. Porque si había dudas de su estado de forma, a mitad de concierto se plantó en medio del escenario, él solo con su guitarra y su voz. Otro de los momentos del 30 aniversario.

Fotografía: Jaime Oriz

“Manquer” arrancó con un potente riff de guitarra, para luego cobrar el protagonismo una de las coristas. Brazos al aire, comunión con el público total y un crescendo casi infinito. Y casi, porque la recta final fue un tour de force rítmico en el que todos tuvieron su protagonismo, cerrando con una espectacular “Madan” con la que casi tocaron el cielo. “Nous pas bouguer”, en los bises, cerró un concierto que certifica que a una de las grandes estrellas de la música africana aún le queda mucho que decir.

Kokoko! se estrenaron hace cinco años en el escenario de Sallent de Gállego y fue una de las actuaciones más memorables de aquella edición. La banda liderada por Xavier Thomas -conocido también como Débruit- es una batidora de estilos que tritura sin miramientos el punk, la música disco, la electrónica y los ritmos más tribales propios de África. La República Democrática del Congo es un país del que surgen algunas de las propuestas más interesantes y arriesgadas del momento y Kokoko! es un buen ejemplo de ello, como demostraron una vez más, en esta ocasión en el escenario flotante de Lanuza.

Uniformados con su inseparable mono de trabajo amarillo, abrieron su show bajo un ambiente oscuro e inquietante que terminó convirtiéndose en una sesión electrizante y enérgica. Su amalgama de voces, loops y percusión hizo bailar sin freno al público, que volvía a rendirse a una propuesta ubicada entre el primitivismo africano y el afrofuturismo.

Luz Casal y Valeria Castro

Aún es recordada la entrada de Luz Casal al escenario de Pirineos Sur. Era 1992 y el festival oscense, pionero y único en su especie en aquel momento, celebraba su primera edición. La cantante gallega se encontraba casi en el pico de popularidad de su carrera -aún le faltaba por entregar éxitos por todos conocidos- y sorprendió con su llegada en velero sobre las cristalinas aguas del pantano de Lanuza hasta el escenario flotante. Todo un golpe de efecto, rematado por una actuación todavía rememorada. Ayer, 30 ediciones más tarde, volvió a aparecer en el Anfiteatro de la misma manera, ante el asombro de los asistentes, para certificar su excelente estado de forma, presentar un muy bien recibido nuevo disco (“Hola, qué tal”, ya casi recibida como un nuevo clásico) y repasar algunos de esos temas que han marcado a varias generaciones.

La artista coruñesa, que recibió el viernes el IX Premio Pirineos Sur ‘Cultura e integración’ por su compromiso humanitario y social a través de la música, apostó desde el comienzo por su vigoroso presente, su decimosexto trabajo de estudio, con la delicada “Las ventanas de mi alma” y la potente “La inocencia”. La gallega comenzó el recital parapetada tras una cortina de hilos que funcionaban como pantalla para las proyecciones. Un arranque sobrio e íntimo que pronto mutó en un enérgico directo y un público totalmente entregado a la artista.

No tardó en sonar “No me importa nada”, una de sus canciones más celebradas y con la que en el Anfiteatro de Lanuza se elevaron cientos de móviles para guardar el recuerdo. Mientras, en la pantalla iban apareciendo imágenes de Janis Joplin, Aretha Franklin o Elisabeth Taylor, como un homenaje a todas las mujeres, y en especial a la suya, Matilde Paz Blanca, “la que le parió”. Sola en el escenario, como estrella total de la noche, y con la banda flanqueando a los lados -profesional y sobria, con arreglos de cuerda en muchos momentos-, prosiguió alternando sus últimas composiciones (“Dame tu mano”, “Estaba escrito”) con algunas de sus canciones más recordadas (“Besaré el suelo”, “Entre mis recuerdos”), subiendo poco a poco a las revoluciones y cobrando cada vez más protagonismo las guitarras.

Así llegando a la recta final, la Luz Casal de los medios tiempos, la de la voz delicada, la de los boleros que rompen el corazón, dejó el escenario y salió la Luz Casal rockera, la que es capaz de adueñarse ella sola del escenario con su poderío. “Rufino”, “Loca” y “Pedazo de cielo” sonaron directas, llenas de fuerza, con una artista que iba de un lado a otro en el escenario, que se contorsionaba y se dejaba la garganta en cada estribillo, para delirio de Lanuza. Tras ese momento, la gallega abandonó el escenario para dar paso a los bises. Vestida de blanco impoluto se dispuso a entregar uno de los mejores momentos de la noche y del festival. El bolero “Piensa en mí” sonó arrebatador, intenso y enmudeció a todo el Anfiteatro. Esa comunión con el público continuó con una preciosa “Negra sombra” -una adaptación de Rosalía de Castro-, “Suave es la noche” -uno de los mejores temas de su último trabajo- y, por supuesto, con “Te dejé marchar”, que cerró un magnífico concierto. Que no tarde otros 30 años en volver.

Previamente, la emoción se palpó desde que una delicada Valeria Castro apareció en el escenario flotante de Pirineos Sur. La artista canaria, vestida con un precioso vestido amarillo de transparencias y zapatos de cristal, iluminó el atardecer de Lanuza con una entrañable sonrisa que no desapareció durante todo su show y con unas canciones resplandecientes. Se dio a conocer con escasos 20 años, con inspiradas versiones de Jarabe de Palo, Pereza o Mercedes Sosa, pero el salto que supuso su primer Ep y ahora su primer álbum ha sorprendido a todo el mundo.

Fotografía: Jaime Oriz

Con esa privilegiada voz aterciopelada que posee, con guitarra y acompañada con una solvente banda de cuatro músicos -teclado, contrabajo, percusión y otras seis cuerda-, comenzó con algunas de las canciones más aplaudidas de “Con cariño y con cuidado”: las exquisitas “Dentro”, “Poquito” y “La raíz”. Su reinterpretación del folclore español suena fresco y excitante y le supone un punto de partida que le entronca con los primeros trabajos de gente como Silvia Pérez Cruz o Rosalía. Porque da la sensación que lo que vimos en Lanuza es solo el comienzo de una artista que ya irradia un innegable magnetismo, que posee canciones que son recibidas con fervor (“Culpa”, “Abril y mayo”,” Guerrera”), y que no teme en reinterpretar temas de grandes nombres de la historia (impactante, “Todo cambia” de Mercedes Sosa).

Así se cierra el tercer y penúltimo fin de semana de la edición treinta de Pirineos Sur, que concluirá con los conciertos de Rozalén y Silvana Estrada el jueves 27 de julio, Alborosie & Shengen Clan y Jahsta & Conscious Vibes Band el viernes 28 de julio y, finalmente, ZAZ y Luisa Sobral el sábado 29 de julio.

Las entradas para los conciertos están disponibles en la web del festival pirineos-sur.es y en SeeTickets.

EL MUNDO EN SALLENT

Hoy, lunes 24 de julio, en Sallent podrá disfrutarse de:

20:30 h – Abandónate Mucho (Teatro sobre ruedas)

22 h – Ruth Mahogany & The ARB Music Band (Escenario Sallent)

Abandónate mucho es un espectáculo músico teatral que deconstruye el mito del amor romántico. Se definen como seductoras compulsivas, princesas al estilo Walt Disney, copleras sufridoras, yonquis del amor, punkis destructivas, fundamentalistas espirituales… Son todas y ninguna.

Ruth Mahogany and the ARB Music Band es una fusión de artistas nigerianos apasionados por crear arte con conciencia y que cuente historias a través de su música. El acrónimo ARB significa Alter-Reflective Beats, que refleja el objetivo de la banda: entretener a los oyentes al tiempo que inspiran la reflexión sobre las historias y los mensajes que transmiten. Es un concierto de Casa África.