No sé cómo empezar esta crónica. No estoy frente al clásico ejemplo de terror a la página en blanco, todo lo contrario. Jean-Claude Carrière es un artista tan extraordinario que tengo tres formas diferentes de enfocar el primer párrafo y creo que las tres son justas con el personaje, así que voy a escribir las tres y que la lectora o el lector se quede con la que más le encaje.
Versión 1: La crónica de toda la vida
Uno de los actos centrales del Festival Internacional de Cine de Huesca es la entrega del Premio Luis Buñuel al reconocimiento a toda una trayectoria artística. No hay nadie más merecedor de este galardón que Jean-Claude Carrière, amigo y colaborador del genio de Calanda, con quien trabajó durante veinte años y con quien llevó adelante películas tan emblemáticas como Diario de una camarera (1964); Belle de Jour (1967); La Vía Láctea (1969); El discreto encanto de la burguesía (1972); El fantasma de la libertad (1974) o Ese obscuro objeto del deseo (1977). Buñuel y Carrière formaron un tándem en el que ambos salieron ganando. El director accedió a la mirada fresca y poética del guionista y éste accedió al universo onírico y surrealista del realizador. Ambos crearon una filmografía que se debate entre la liturgia y el ateísmo en una lucha constante entre la razón y el subconsciente.
Versión 2: La crónica del cinéfilo
Jean-Claude Carrière, guionista, dramaturgo y novelista, trabajó durante veinte años con uno de los grandes genios de la historia del cine, el aragonés Luis Buñuel. Eso ha marcado, para bien o para mal, su carrera cinematográfica. Poco importan los logros conseguidos con otros films, que sea el autor de las adaptaciones cinematográficas de obras tan importantes de la literatura como La insoportable levedad del ser (Milan Kundera), El tambor de hojalata (Gunter Grass), El húsar en el tejado (Jean Giono), Valmont (versión de Las amistades peligrosas, de Choderclos de Laclos), El amor de Swann (Marcel Proust), Cyrano de Bergerac (Edmond de Rostand) o diversas obras de William Shakespeare. Poco importa que haya trabajado con directores de la talla de Milos Forman, Louis Malle, Nagisa Ôshima, Luis García Berlanga, Jean-Paul Rappeneau, Volker Schlöndorff, Philip Kaufman o Jacques Deray. Nada de todo eso importa. Para la prensa, para los aficionados al cine, él siempre será el guionista y amigo de Luis Buñuel.
Versión 3: La crónica del amante del teatro
El nombre de Jean-Claude Carrière suele ir asociado al de Luis Buñuel. No es extraño, Buñuel era un genio y juntos escribieron algunas de las páginas más originales de la historia del cine. Sin embargo, Carrière ha escrito páginas aún más importantes dentro de la historia universal de la cultura. Durante treinta y cinco años ha colaborado con otro gran amigo, otro genio, esta vez del teatro: Peter Brook. Juntos trabajaron durante once años en la creación del que, posiblemente, sea el mejor espectáculo teatral de la historia de la humanidad: el Mahabharata, un espectáculo de doce horas de duración, pausas incluídas, que explicaba una parte de esa enorme epopeya india.
Mahabharata se estrenó en 1985 y desde ese día el teatro no ha vuelto a ser el mismo. El universo teatral creado por Brook y Carrière en los años precedentes explotó con toda su gigantesca carga de genialidad en este espectáculo. En Mahabharata se hablaba de todos los grandes temas de la humanidad. El Mahabharata lo es todo. Y tengo frente a mí a uno de los creadores de esa maravilla. Jean-Claude Carrière ha contribuido a revolucionar el mundo del cine y el del teatro con tanta intensidad que consiguió cambiar el lenguaje de estas dos artes. Si su trabajo con Buñuel es importante para la historia del cine, su trabajo con Brook es aún más importante para la historia del teatro. Pero estamos en un festival de cine y Carrière ha venido a la librería La Anónima a hablar de su último libro: Buñuel despierta. Me voy a quedar con las ganas de hablar de teatro.
A partir de aquí, la crónica
La Anónima se ha quedado pequeña. No cabemos. Jean-Claude Carrière llega acompañado por Javier Espada, director del Centro Buñuel de Calanda, quien realizará la presentación del acto. Entre el público, muchas caras conocidas del mundo cultural oscense que no se querían perder la oportunidad de estar cerca del genial escritor. Se nota la complicidad que hay entre los dos hombres, la amistad que les une. Javier Espada hace una elogiosa presentación de Carrière, respaldada por los comentarios jocosos e irónicos del francés. Un par de perlas:
Javier Espada: Yo, realmente, no puedo presentarle porque es un hombre inabarcable…
Jean-Claude Carrière: Si tú no puedes, ¿por qué lo haces?
[…]
Javier Espada: Hoy, esta mañana le hacía una confesión…
Jean-Claude Carrière: En voz baja…
Javier Espada: En voz baja, sí. Jean-Claude Carrière, a veces, cuando tiene problemas, piensa “¿Qué haría Luis Buñuel en esta situación?”. Esta mañana le he confesado que a veces me planteo también qué haría Buñuel en mi situación…
Jean-Claude Carrière: [En tono de reproche] Jamás te preguntas qué es lo que haría Jean-Claude…
Buñuel despierta (Oportet, 2016) es una novela que especula con la figura del director aragonés. En 1982, Carrière dio forma de libro a las memorias de Luis Buñuel, quien fallecería meses más tarde. Mi último suspiro (Plaza y Janés, 1982) es, así, el compendio de lo que Buñuel quería que se supiera de él. En esa ocasión, la biografía acaba con Buñuel confesando que «Una cosa lamento: no saber lo que va a pasar[…]. Me gustaría poder levantarme de entre los muertos cada diez años, acercarme hasta un quiosco de periódicos y comprar unos cuantos. No pediría nada más. Con mis periódicos bajo el brazo, pálido, rozando las paredes, regresaría al cementerio y leería los desastres del mundo antes de volverme a dormir, satisfecho, en el refugio tranquilizador de la tumba».
En Buñuel despierta, Carrière parte de ese punto y recrea la figura del cineasta y le enfrenta al mundo actual. Para ello fue en varias ocasiones a visitar su tumba. “Conseguí despertarlo y hablar con él de varias cosas, cosas que habíamos olvidado decir en el primer libro. Luego quise enfrentarle a cosas que él no sabía, cosas que habían sucedido tras su muerte, la caída del comunismo, por ejemplo, el fanatismo religioso, el SIDA… Fui a visitarle varias veces a su tumba. Al principio me resultó bastante difícil despertarlo, pero después, poco a poco, empezamos realmente a charlar sobre lo que pasa hoy” resumía el escritor. Carrière desveló que Buñuel estaba muy interesado en el tema del terrorismo y que uno de los proyectos en los que ambos trabajaron antes de la muerte del director era una película titulada Agon, cuyo argumento giraba sobre un grupo terrorista. El libro discurre, así, entre recuerdos, divagaciones y recreaciones de lo que podría ser una conversación actual con Luis Buñuel.
Se abre el turno de intervenciones del público asistente y no me resisto a hacerle un par de los cientos de preguntas que se me ocurren. Billy Wilder, genial director y guionista, cuando no sabía cómo afrontar una escena se preguntaba cómo lo haría su maestro, Ernst Lubitsch; Jean-Claude Carrière se pregunta cómo lo habría hecho Buñuel, así ¿a quién tenía Buñuel como referente cinematográfico? “A los alemanes”, responde Carrière sin dudarlo, “Fritz Lang, Georg Wilhelm Pabst y Friedrich Wilhelm Murnau”, tres autores de la juventud de Buñuel que, junto al ruso Serguéi Eisenstein, son los cuatro autores que le marcaron. “Un día se encontró con Fritz Lang, en 1972, en Los Ángeles. Buñuel, como un niño, a sus 72 años, Lang debía tener 85 o así [en realidad, cuando se celebró ese almuerzo, Lang tenía 81], como si fuera una jovencita, Buñuel le pidió a Fritz Lang una fotografía con una dedicatoria. Lang se quedó tan sorprendido que fue a buscar una vieja fotografía y le escribió una bella dedicatoria”.
Hay cineastas que han desarrollado una carrera cinematográfica, pero Jean-Claude Carrière, principalmente con sus colaboraciones con Buñuel, pero también con otros directores, ha desarrollado el propio lenguaje cinematográfico. “Desde muy joven comprendí que el cine tiene su propio lenguaje y que necesitas aprenderlo para poder escribir un guión. Cuando escribes un guión necesitas saber cómo va a ser visto en la película lo que estás escribiendo. Escribir un guión no es escribir, no, es preparar el primer aspecto de una película. El Siglo XX ha inventado varios lenguajes nuevos, es el primer siglo en la historia en el que sucede algo así. A finales del Siglo XIX podíamos hablar únicamente de literatura y de teatro, pero en el Siglo XX podemos hablar del cine, de la radio, de los discos, de la televisión y de otras técnicas… Cada nueva técnica necesita un nuevo lenguaje. Escribir un guión no es escribir una novela. Hay elementos del lenguaje, por ejemplo, la actuación, que son un elemento del lenguaje. Tienes que preguntarte si algo que quieres mostrar puede ser interpretado, actuado. Si no es así, tienes que escribir un diálogo o algo que lo explique, es así como nace el lenguaje cinematográfico”, explicaba Carrière.
Tras la presentación, la ceremonia de la firma de ejemplares. Una asistente al acto llevaba seis copias de Despierta Buñuel. “Son para mis amigos y uno para mí”, explica. Así da gusto tener amigos. Es una lástima no poder seguir hablando con Carrière. Tiene una cita en el Teatro Olimpia, van a entregarle el Premio Luis Buñuel. Lo raro es que no lo tuviera ya desde hace años, no me imagino a nadie más merecedor de ese premio.