Pocas veces, desde la misma portada, un libro nos explica de forma tan resumida y tan poética la triste realidad de lo que encierra en su interior. Tres orificios dejan ver el rojo carmesí de la solapa interior, tres impactos de bala que atraviesan una pajarita, como las balas de verdad atravesaron el cuerpo de Ramón Acín. El cómic La bondad y la ira (Últimas horas de Ramón Acín), editado por GP Ediciones, narra las últimas horas de vida del artista, pedagogo y periodista y, mediante un flashback, también nos perfila su intensa trayectoria vital.
El cómic, obra de Juan Pérez (guión) y Daniel Viñuales (ilustración) fue presentado ayer en la sede del Instituto de Estudios Altoaragoneses, a pocos metros de las pajaritas que Acín colocó en el Parque Miguel Servet, ante el colegio donde impartía clases, y que se han convertido en símbolo de la ciudad. Además de los autores del libro, ofició de presentador del acto el experto en cómics Javier Marquina y el escritor, investigador y periodista Víctor Pardo Lancina dibujó de forma muy completa el marco histórico y trazó la trayectoria vital de Ramón Acín, deteniéndose con especial atención en las últimas semanas anteriores a su asesinato.
Entre el numeroso público que llenó la sala de actos del IEA se encontraban muchas personas cercanas a Ramón Acín, descendientes directos, como su nieta Katia, sobrinas-nietas, incluso el hijo de uno de sus alumnos. La emoción revoloteó durante el acto en diversos momentos. Acín, y junto a él su compañera Conchita Monrás, también asesinada en la tapia del cementerio pocos días después del fusilamiento de Ramón, es un personaje trágico consciente de cuál va a ser su fin. En La bondad y la ira, Ramón Acín, durante los últimos días de su vida, escondido en un zulo en su casa, repasa su trayectoria vital, a veces fiel a la historia real, en otras ocasiones novelada o idealizada por Juan Pérez, pero siempre fiel al espíritu del Ramón Acín de carne y hueso.
Ese respeto por la figura real de Ramón Acín es uno de los mayores valores de esta obra. Incluye La bondad y la ira una escena inventada que bien pudo ser real, una conversación entre Ramón Acín y el militar sublevado Fermín Galán, que añade, aún más si cabe, ese sentido trágico que impregna la obra. El guión, sólido, conciso, preciso, consigue dibujar de forma certera y con pocos trazos, la vida y la obra del artista. El dibujo, elaborado, sintético pero no simplista, firme y tierno a un mismo tiempo, acompaña al guión de forma compacta y se complementan a la perfección. Juan Pérez explicaba cómo la figura de Ramón Acín llevaba años formando parte de su vida, cómo se pasaba horas haciendo pajaritas en cualquier sitio. Al final, el editor y dibujante Daniel Viñuales le insistió para que escribiera el guión del cómic y él mismo asumió la tarea de realizar las ilustraciones. Dos años de trabajo le han supuesto a Viñuales dibujar el universo de Ramón Acín, tanto el real, recreando personajes históricos, como el onírico, representado por las pajaritas.
La parte final de la presentación se llenó de anécdotas reales y otras quizás idealizadas sobre la vida del artista y su muerte, como la que explica que se identificó su cadáver, tras ser desenterrado del cuadro quince del cementerio, por los lápices y plumillas que llevaba en el bolsillo de la chaqueta del pijama o la ausencia de tacón en uno de sus zapatos, perdido durante una dura paliza que le propinaron antes de fusilarlo, así como la de un hombre cuyo padre era alumno de Ramón Acín y que explicaba recuerdos que le transmitió su padre.
En resumen, La bondad y la ira (últimas horas de Ramón Acín) es una buena forma de introducirse en el rico universo del artista oscense, maravillarse con su obra y horrorizarse con su trágico destino, es una invitación amable a estudiar mejor a este artista y a conocer a otros personajes reales que vivieron esos hechos, que compartieron su vida y, algunos, también su muerte. Pocas veces un cómic nos permite maravillarnos ante la vida real de una persona de carne y hueso y reivindicar su obra y Juan Pérez y David Viñuales lo han conseguido. La bondad y la ira, sin duda, será recordado en años venideros como una de las piezas clave del cómic aragonés.