Tal día como hoy, pero hace 90 años, el 10 de noviembre de 1928, venía al mundo en Roma uno de los más prolíficos y geniales compositores de música para el cine: Ennio Morricone. Autor de algunas de las más bellas piezas musicales de la historia del séptimo arte, Morricone sigue trabajando. En estos momentos está de gira, con conciertos programados en las mejores capitales europeas hasta febrero de 2019. También sigue componiendo, a pesar de haber rebajado muchísimo su ritmo productivo. En estos momentos está trabajando en la banda sonora para una película de animación, una adaptación de El fantasma de Canterville, un relato breve de Oscar Wilde.

Hemos aprovechado este 90º aniversario para que el episodio de nuestro podcast Perpetuum Mobile esté dedicado exclusivamente a hacer un repaso a algunas de sus más de 500 bandas sonoras, entre películas y series de televisión. Evidentemente, no puede ser todo lo exhaustivo que hubiéramos querido, pero sí significativo de la importancia real de su trabajo. Podéis darle al Play en la caja que hay bajo estas palabras e ir escuchando el podcast y leyendo el artículo.

La épica

Empezamos y acabamos el podcast con una de las bandas sonoras más populares de Ennio Morricone: La Misión. La partitura de este film es de una belleza sin igual. En sus más de 48 minutos no hay ni un solo segundo de relleno. Todas y cada una de sus notas son un refuerzo impresionante para la película dirigida por Roland Joffé en 1986. De hecho, el film es irregular en su ritmo y se sustenta en cuatro pilares fundamentales: las interpretaciones de Robert DeNiro y Jeremy Irons, la fotografía de Chris Menges y la excelente banda sonora de Ennio Morricone. El Oboe de Gabriel es la pieza con la que abrimos el episodio de esta semana, una pieza de una singular belleza, basada en su aparente sencillez.

Sergio Leone

La siguiente pieza que escuchamos son los títulos de crédito de La muerte tenía un precio. Es curioso que una de las bandas sonoras más conocidas e interesantes de Morricone sea tan difícil de encontrar en formato CD. Segunda película de la Trilogía del dólar de Sergio Leone, esta banda sonora es toda ella una auténtica obra maestra, de principio a fin. Morricone desarrolla todos sus conocimientos musicales y consigue una banda sonora moderna, atrevida, divertida y eficiente utilizando todo tipo de trucos musicales y sonoros. Escucharemos los créditos de la película, pero deberíamos destacar también la impresionante La resa dei conti, una bella melodía que une varios elementos singulares: la melodía de un reloj, una guitarra desafinada, un órgano de iglesia y una trompeta, instrumento que Morricone utilizará mucho en sus composiciones, pues es el instrumento con el que empezó en el mundo de la música con tan solo 6 años de edad.

 

El siguiente paso es, evidentemente, escuchar la banda sonora de El Bueno, el Feo y el Malo, también dirigida por Sergio Leone. Hay que decir que, a pesar que las tres películas de esta trilogía tienen un año de diferencia de la una a la otra (Por un puñado de dólares es de 1964, La muerte tenía un precio de 1965 y El Bueno, el Feo y el Malo es de 1966) se nota la evolución de Morricone como compositor. En esta banda sonora, el pulso es firme, la elaboración y la textura musical es mucho más madura e ilustrativa y las imágenes casan perfectamente con la música.

Ello es debido a una curiosidad: los spaguetti western se filmaban sin sonido. Al tratarse de co-producciones, cada actor o actriz hablaba en su propio idioma y el resultado final era un galimatías. A veces se puede leer en los labios de los actores que simplemente cuentan hasta cinco o hasta diez. Era un truco empleado por muchos directores, especialmente por Leone y por Sergio Corbucci. ¿El motivo? Los plazos de producción eran muy cortos y la mayoría de los diálogos ni siquiera estaban escritos, así que se escribían una vez rodada la película. Al grabarse sin sonido, muchas veces la banda sonora estaba escrita antes de que se rodara la película. De esa manera, Leone ponía esa música a los actores, quienes ya se imaginaban cuál sería el efecto final en la pantalla. En este caso, El éxtasis del oro es un ejemplo perfecto de edición con la imagen siguiendo a la música y no al revés, como suele ser la norma general.

Spaguetti Western

Será quizás por esta curiosidad que Quentin Tarantino ha echado mano habitualmente de la música de Ennio Morricone para ilustrar sus películas. El director norteamericano realiza collages cinematográficos basados en las miles de películas que ha visto a lo largo de su vida y en estos collages también aparece la música. L’Arena es una pieza de la banda sonora de la muy notable Salario para matar (Il Mercenario, Sergio Corbucci, 1968) que Tarantino utilizó en la banda sonora de Kill Bill vol. 2. La guitarra española y la trompeta, junto con un tambor de corte militar, son la base melódica y rítmica de esta excepcional pieza.

La llamada de Hollywood

El éxito internacional de estas tres películas fue tan masivo que llamó la atención de Hollywood, que en ese momento estaba en la mayor de sus crisis económicas. A finales de los ’60 la mayor parte de los estudios cinematográficos estaban prácticamente en la bancarrota, así que empezaron a mirar fuera de sus fronteras. Buscaban directores que consiguieran éxitos de taquilla con presupuestos ínfimos y Sergio Leone era el caso más paradigmático de ello. Paramount Pictures contrató a Leone y éste puso como condición seguir trabajando con Ennio Morricone. La primera película norteamericana de Leone fue Hasta que llegó su hora (Once upon a time in the West, Sergio Leone, 1968), western crepuscular con un magnífico Henry Fonda, arropado por Claudia Cardinale, Charles Bronson y Jason Robards y una bellísima banda sonora de Morricone. La voz de Edda Dell’Orso aparece en este tema, como en tantos otros de la trayectoria del compositor, creando una bella atmósfera con su cristalino tono.

Hasta que llegó su hora fue el inicio de una nueva trilogía cinematográfica para Sergio Leone. En esta ocasión el tema central era la construcción de los Estados Unidos de América tomando como vehículo tres episodios de su historia: La construcción del ferrocarril, la revolución Mexicana y el nacimiento de la Mafia. Esta tercera película fue Érase una vez en América (Once upon a time in América, Sergio Leone, 1984), una obra maestra con Robert DeNiro como protagonista, y con la mejor banda sonora de todas las que ha compuesto Ennio Morricone en sus 90 años. La incompetencia de la productora norteamericana y la manía que tienen en Hollywood a Morricone por su ideario político (es abiertamente de izquierdas) provocaron que ni siquiera pudiera ser candidata en los premios Oscar de ese año. Tres bellas piezas de esta banda sonora nos van a dar un claro ejemplo de porqué decimos que es la más bella de todas las compuestas por el autor romano. A pesar de que se editó una versión remasterizada en 2007, hoy en día es casi imposible encontrar copias nuevas de esta banda sonora.

Poniéndole música a la mafia

Siguiendo con películas sobre la mafia, Brian DePalma llamó a Morricone para que pusiera la partitura en su versión cinematográfica de la serie televisiva Los intocables de Eliot Ness (The Untouchables, Brian DePalma, 1987). La banda sonora está entre los mejores trabajos de esa década del genial compositor. La épica de algunos de sus fragmentos se combina con la música de inspiración jazzística propia de la época y de momentos más íntimos o decididamente trágicos. La auténtica tragedia es que, una vez más, es una banda sonora difícil de conseguir. Se editó una versión de dos CD’s que está a unos precios prohibitivos y queda el triste consuelo de la edición básica, la versión que apareció en 1987.

 

A partir de aquí, empezaremos a escuchar bandas sonoras de películas menos conocidas o más antiguas, pero que nos darán una visión panorámica de la importancia de la obra de Morricone. Debido a ello, hoy en día es más difícil y caro encontrar ejemplares de sus bandas sonoras originales. Siguiendo con las películas sobre la mafia, una de las películas más emblemáticas del Cine Polar francés es El clan de los sicilianos, una entretenida película donde la excelente actuación de su trío protagonista (Alain Delon, Jean Gavin y Lino Ventura) se rubrica con una excelente dirección de Henri Verneuil y la no menos excelente partitura de Morricone. Siguiendo con la mafia, Corleone (Corleone, Pasquale Squitieri, 1978) es otra muestra excelente de la música de Ennio Morricone ilustrando una historia sobre la mafia con triángulo amoroso en la que uno de los vértices es Paco Rabal.

Cine dramático

Dentro de la categoría de los filmes dramáticos encontramos otras bandas sonoras memorables, como La tragedia de un hombre ridículo (La tragedia di un uomo ridicolo, Bernardo Bertolucci, 1981), hoy totalmente descatalogada. Mejor suerte ha corrido la banda sonora de Novecento (Novecento, Bernardo Bertolucci, 1976), bella partitura que ilustra el colosal fresco que dibujó Bernardo Bertolucci sobre la lucha de clases en la Italia de principios del Siglo XX, con la llegada del comunismo y el nacimiento del fascismo.

Otras colaboraciones memorables incluyen películas atípicas como Frenético (Frantic, Roman Polanski, 1988) donde Morricone elabora una banda sonora muy contemporánea que recuerda mucho a sus trabajos de finales de los sesenta pero que añade elementos modernos, como los sintetizadores. El trhiller, protagonizado por Harrison Ford y Emanuelle Seigner, se vio enriquecido por una banda sonora muy adecuada por el tono irreal y cosmopolita del film, acentuado por una utilización dramática de una versión de Libertango, de Astor Piazolla, realizado por Grace Jones. La película en general fue muy bien recibida gracias al tirón de Harrison Ford, pero en su momento esta banda sonora no fue bien entendida. La crítica le colgó el sanbenito de «compositor anticuado» a un Ennio Morricone que todavía tenía muchas cosas que decir y muchas piezas memorables que colocar en el repertorio colectivo. Justo el año anterior, firmaba otra memorable banda sonora, Adiós, Moscú (Mosca Addio, Mauro Bolognini, 1987), en la que vemos otro aspecto de su música para thriller, más negra, más introspectiva, más oscura.

Amor, erotismo y sexo

La música de Morricone es ideal para ilustrar historias de amor. El lirismo de sus composiciones es el complemento ideal para explicar de forma estilizada tanto bellas historias de amor como sórdidas relaciones eróticas, que de todo hay en esta vida. En Cánon inverso (Canone inverso – Making Love, Ricky Tognazzi, 2000) Morricone alzanza sus más altas cotas de romanticismo con una banda sonora extraordinaria que pasó prácticamente desapercibida para el gran público.

Otra banda sonora excepcional que pasó sin pena ni gloria es la escrita para el film Lolita (Lolita, Adrian Lyne, 1997) una nueva adaptación cinematográfica de la novela de Vladimir Nabokov que ponía el acento en el aspecto erótico de la historia más que en criticar la compulsión pederasta de sus dos protagonistas masculinos hacia la joven nínfula protagonista del libro. Una vez más, Morricone escribe una de sus mejores partituras para un filme que es mejor de lo que parece, probablemente gracias en parte a la actuación de Jeremy Irons y por la banda sonora de Ennio Morricone.

Una película que no pasará a la historia del cine es La disubbidienza (Aldo Lado, 1981), film erótico tan discreto que no se ha estrenado en España, ni siquiera en vídeo. Los dos grandes atractivos de la cinta son la belleza de Stefania Sandrelli y la muy notable banda sonora de Ennio Morricone, no necesariamente por este mismo orden. Y es que Morricone es el autor de muchas bandas sonoras para films de serie B, para una industria de dudosa calidad que, sin embargo, llenaba los estómagos de la profesión. Esto puede llegar a extremos tan absurdos que una de las canciones más conocidas y versionadas por artistas de caché de todas las que ha creado Morricone es Chi Mai, precisamente compuesta para Maddalena, una película erótica de 1971. Las dos principales versiones que existen de este tema, aparte de la original, son la de Dulce Pontes y la que escuchamos en el programa, interpretada por Katherine Jenkins.

Giuseppe Tornatore

La colaboración entre el director Giuseppe Tornatore y el compositor Ennio Morricone ha sido tan fructífera que se remonta al segundo film del director, Cinema Paradiso (Nuovo Cinema Paradiso, Giuseppe Tornatore, 1987) y dura hasta nuestros días. Entre esta larga lista de películas encontraremos las bandas sonoras con las que completamos el programa de esta semana. Lo irónico de la banda sonora de Cinema Paradiso es que el tema más conocido es el tema de amor y lo curioso es que es la única pieza que no es de Ennio Morricone, sino de su hijo Andrea. Qué triste ironía que el autor de músicas tan bellas sea recordado sobre todo por una pieza compuesta por su hijo… De todas maneras, las tres piezas que vamos a escuchar de esta banda sonora excepcional nos dan una idea muy certera del genio creativo de Morricone.

El siguiente tema en sonar serán los títulos de crédito de Malena (Malèna, Giuseppe Tornatore, 2000), película protagonizada por Monica Bellucci, que pasó por los cines inmerecidamente vapuleada por la crítica, otra banda sonora excelente de Morricone que no dejó un lacrimal seco en las salas de proyección.

Pero quizás, si me tuvieran que hacer escoger entre las bandas sonoras de la colaboración entre Tornatore y Morricone, yo me quedaría con La leyenda del pianista en el océano (La leggenda del pianista sull’oceano, Giuseppe Tornatore, 1998), una deliciosa película, también injustamente vapuleada e infravalorada, basada en un monólogo de Alessandro Baricco. Escucharemos dos de las magníficas piezas que componen esta extraordinaria banda sonora donde encontramos música romántica, épica y jazz, todo en sus justas proporciones.

Finalmente, para cerrar el círculo, volvemos a la banda sonora de La Misión para escuchar On Earth As It Is On Heaven (Así en la tierra como en el cielo) y así dar por concluido este Perpetuum Mobile monográfico dedicado al 90º aniversario de Ennio Morricone, un hombre que reinventó las bandas sonoras para cine y que sigue al pie del cañón, componiendo y de gira, dando conciertos por los mejores auditorios del planeta. ¡Feliz aniversario, maestro!