Homenaje a Leonard Cohen y Diego El Cigala
14 de julio de 2017
Pirineos Sur. Escenario de Lanuza
Huesca, 15 de julio de 2017. Ayer, 14 de julio, comenzaba la vigésimo sexta edición del Festival Internacional de las Culturas, Pirineos Sur. El pequeño pueblo de Sallent de Gállego vio invadidas sus calles no solo por los turistas estivales si no por todas las personas que llegaban atraídas por el festival.
Durante toda la tarde y noche del viernes, el buen ambiente reinó en la zona de Mercados del mundo. Por la tarde, Las Áñez, inauguraron el festival en el escenario de Sallent de Gállego, con su original música inspirada en el folclore latinoamericano.
Sobre las 21.30 horas, la zona de Mercados del Mundo comenzó a vaciarse. Muchas de las personas que se encontraban allí se dirigieron al escenario de Lanuza para asistir al concierto de Diego El Cigala y un homenaje flamenco a Leonard Cohen.
HOMENAJE FLAMENCO A LEONARD COHEN
Este homenaje es un proyecto de Alberto Manzano, quien fuera amigo personal de Cohen e ideólogo del disco «Omega», álbum mítico de Enrique Morente y Lagartija Nick.
Los primeros acordes de «Hallelujah» rompían el silencio del escenario flotante de Lanuza mientras el público iba sentándose, poco a poco, en las gradas. El homenaje continuó con otra de las canciones más conocidas de Cohen, «Pequeño Vals Vienés». Y el público ya no pudo apartar la atención de lo que sucedía en el escenario.
Las cantaoras Paula Domínguez y Rocío Segura, estaban acompañadas por una banda formada por Alexandru Bublitchi (violinista moldavo reclutado por Leonard Cohen en su última gira), Carlos Ródenas, Josep Vilagut, Francisco Guisado “Rubio”, Jordi Rallo (también reclutado por Cohen en su última gira) y Javier “Malaguilla”.
Otro protagonista de la noche fue el frío. Corría aire y la sensación térmica era de unos 14 grados. Parece que eso hizo que el público estuviera más quieto y no acompañaron con las palmas hasta bien entrado el espectáculo, cuando sonó «¿Quién te escribirá canciones de amor?».
Rocío Segura y Paula Domínguez ofrecieron muy buenas interpretaciones de las canciones de Cohen. La voz de Domínguez, música que se atreve con múltiples estilos musicales, hizo que Lanuza fuera más cálido durante el concierto. Pudimos disfrutar de bellas melodías como «Baila conmigo hasta el final del amor», que el violinista Bublitchi aceleró en la parte final con ritmos balcánicos, lo que animó mucho al público.
DIEGO EL CIGALA
Diego El Cigala apareció en el escenario a paso lento. Se sentó en su taburete, junto al que había una mesita con un papel y un vaso con un líquido naranja. Nada más empezar a cantar «Soy moreno» comenzó a quejarse de problemas de sonido y a hacer aspavientos con las manos pidiendo como él decía «más globo» o «más cuerpo». Entonces me acordé de un amigo músico que dice que cuando piden reverb es porque saben que van a cantar mal. Deseé que no tuviera razón. Y, sinceramente, no cantó mal pero tampoco tuvo su noche.
El Cigala, ese músico que canta con el corazón, apenas apareció en el escenario de Lanuza. Quizás con «La nana del caballo grande» de Camarón, que anunció con un «vamos a cantar gitano» y que interpretó con la única compañía del piano. Pero el resto del concierto, destacó muy por encima de todo la Cali Big Band, auténtica protagonista de la noche. Esta big band está dirigida por José Aguirre. Para la gira «Indestructible» acompañan a Diego El Cigala once de sus músicos.
Mientras se sucedían boleros, latin jazz o tangos, el público fue desfilando desde sus asientos hasta una zona donde no corriera el aire o, directamente, hacia la salida. Ni los ritmos latin jazz consiguieron que la gente entrara en calor y hubo muy poca interacción con el escenario. De vez en cuando, los coros de la big band eran seguidos con las palmas del público, como con la canción «Corazón loco» que, hace unos años, El Cigala interpretó con Bebo Valdés.
El espectáculo finalizó con la canción de Ray Barretto que da título al último álbum de Diego El Cigala, Indestructible, con una magnífica interpretación de la Cali Big Band. Fue una pena acabar entonces porque la máquina ya estaba completamente engrasada y todo sonaba de maravilla.
Y así acabó el primer concierto en Lanuza de esta edición de Pirineos Sur. Un concierto en el que se bebió casi más café y chocolates calientes que cerveza. Un concierto en el que estaban tiritando los músicos sobre el escenario. Sin duda, una noche menos fría hubiera hecho que este concierto hubiera sido completamente diferente.