El sábado, 29 de abril, se desarrolló durante todo el día una nueva edición de Romería y Desengaño. Una peregrinación que sucede entre el solar de Re-Gen en la calle Desengaño y el Centro Cultural Manuel Benito Moliner.
Solar Re-Gen: Los Doos y Rodrigo Cuevas
Por la mañana, el solar de Re-Gen se llenó de romeros y romeras, que disfrutaron de los juegos tradicionales, el vermú y la música de Los Doos y Rodrigo Cuevas. Este último fue la revelación de la jornada.
Los Doos, venían de Belver de Cinca, un dúo compuesto por Jorge Senar y Bob Chesa, que parten del folk americano y lo reproducen en un formato acústico de guitarra y bandurria, un instrumento típico del folk aragonés. En un momento dado, el dúo se convirtió en cuarteto ya que se les sumó un contrabajo y percusión. El concierto no pudo acabar de una manera más álgida, con la canción «Look on the bright side of life» de Monty Python, que también cierra la película La vida de Brian. Una composición que es casi «marca de la casa» porque hace muchos años que la tocan.
La sorpresa del día fue Rodrigo Cuevas, un artista mutidisciplinar que atrapó al público con su música pero, sobre todo, con su naturalidad y su forma de ser. Asistimos a un cabaret a la hora del vermú en el que Cuevas nos llevó a su terreno, tal como se lleva el folklore al techno u otros sonidos más vanguardistas. Hizo «perrear» hasta a los que reniegan del reggaeton. Hizo gala de un dominio vocal e instrumental que dio la sensación de que era capaz de tocar y cantar cualquier cosa que se propusiera.
Cuevas consiguió algo realmente difícil, mantener a los asistentes con una sonrisa en la boca durante todo el espectáculo. Nos hizo bailar, reír y cantar. Nos quedamos con ganas de más y esperamos que vuelva, en breve, a un espacio que tenga mejor sonorización y una buena iluminación.
[gallery_bank type=»images» format=»thumbnail» title=»false» desc=»false» responsive=»true» display=»all» sort_by=»sort_order» special_effect=»none» animation_effect=»bounce» album_title=»true» album_id=»34″]
Imágenes: Lílian Inácio
Centro Cultural Manuel Benito Moliner: Joana Gomila, Flamaradas y Tamikrest
Por la tarde, la música se trasladó al Centro Cultural Manuel Benito Moliner. Comenzó la sesión con Joana Gomila, quien presentó junto a la banda que lidera, su proyecto Folk Souvenir. En él deconstruyen canciones populares mallorquinas, desde las canciones recogidas con su grabadora por el etnomusicólogo Allan Lomax hasta una de la banda Antònia Font.
Acompañan a Gomila, Santi Carteta (guitarra), Arnau Obiols (batería), Àlex Reviriego (contrabajo) y Laia Vallès (teclados). Además de estos instrumentos, grabaciones de cintas de cassette o cencerros acompañaban la melodía de voz, la cual adquirió numerosos matices durante el concierto. En momentos nos acariciaba, en otros momentos resultaba inquietante, como gritos contenidos que surgían desde la emoción, desde las vísceras.
Flamaradas, banda liderada por Daniel Magallón, ofreció un repertorio de cantos a lo cotidiano, a lo habitual, a los detalles, a las cosas que nos anclan a la tierra a diario. Pero la música de Magallón se sale de lo común, de ese pop rock de la escena indie pop donde la mayoría de las bandas ansían estar.
Tiene voz grave en contraste con la dulzura de las dos coristas, quienes no son meras acompañantes, si no que tienen un gran protagonismo en las canciones. Llevan un órgano Farfisa, icono de la música garage, y que, para quienes nos gusta la música garage de los 60, es curioso no escucharlo acompañado de esos riffs repetitivos y la distorsión de la guitarra con los pedales fuzz. La guitarra de Magallón acabó su vida sobre el escenario del Centro Cultural Manuel Benito Moliner pero cumpliendo un ciclo vital, no como imitación a Pete Thownsend.
Flamaradas gana mucho en directo. Una banda muy recomendable para quienes quieren salir de «lo de siempre».
Una hora y media más tarde de lo previsto, subieron al escenario Tamikrest, la banda maliense que hace blues tuareg. Esta música tuareg renovada, que utiliza guitarras, se caracteriza por una estar tocada con muy pocos acordes, normalmente tres, con un tono y un ritmo que tan apenas varían de una composición a otra. Lo que hace que esta música resulte muy monótona.
La banda no se comunicó, apenas, con el público, parecían tener una actitud muy desganada. Aún así, conectaron con muchos de los asistentes. Con otros, entre quienes me encuentro, nos pareció un concierto plano y aburrido.