El Teatro del Temple es la compañía encargada de abrir la novena edición del Festival Olimpia Classic y lo hará con uno de los mejores textos de la historia del teatro, La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca, que se podrá ver en el Teatro Olimpia de Huesca el viernes 3 de febrero a las 20:30h.
En la rueda de prensa de presentación del festival, el director del espectáculo, Carlos Martín, explicaba que han tenido la suerte de poder trabajar durante tres meses en la creación de la puesta en escena, algo que cada día es menos habitual, y que han trabajado en “una propuesta muy abierta de encontrar la esencia del texto, de volvernos a encontrar con lo que interpretamos a día de hoy de Calderón y el trabajo actoral ha sido muy interesante porque ha sido muy grupal, muy colectivo, de creación contínua, incluyendo instrumentos musicales para crear los sonidos y los ambientes, y trabajar para acercar, desde la interpretación de actores y actrices, un texto que no es especialmente complicado, pero que es en verso y el público quizás no está tan acostumbrado a ello, por eso hemos trabajado mucho la esencia de los personajes y los diálogos para adaptarlo a un lenguaje actual”.
El director también hacía una reflexión sobre el festival y los textos que se podrán ver en el Olimpia: “El material clásico siempre ofrece propuestas interesantes. Siempre hay algo que, tienda más hacia lo contemporáneo o tienda más a lo purista, siempre ofrece propuestas interesantes. En ese sentido, nuestra tierra es fértil, siempre hay algo de trabajo en este sentido”, reflexionaba Martín. Sobre su espectáculo explicaba que, estéticamente, es una propuesta que intenta ser contemporánea en todos los sentidos, “algo que le entre por los ojos a este público youtuber que tenemos”, explicaba medio en broma Carlos Martín, “a veces me parece que hacemos una especie de videojuego de La vida es sueño”, remataba con una pícara sonrisa el director en medio de las risas del dramaturgo Alfonso Plou y el actor Arturo Palomares.
Precisamente, el actor oscense interpreta en La vida es sueño a Clarín, el personaje cómico que da el contrapunto humorístico a la tragedia de Segismundo. Palomares explicaba que “Clarín es el gracioso y es un gracioso peculiar, que no es de los más clásicos del teatro clásico. Entre otras cosas, voy a hacer un “spoiler”, muere. Y eso es muy raro en el teatro clásico, por lo que sea, no suelen matar al gracioso”.
Enfrentarse a Calderón, más especialmente a La vida es sueño, es todo un desafío. Es uno de los textos más estudiados y puestos en escena del teatro universal. Carlos Martín explicaba al respecto que “es uno de los textos más importantes del teatro español, seguro, y del teatro mundial, posiblemente también. Es de una riqueza brutal. A nosotros nos gusta situar los espectáculos, más que en un espacio contemporáneo, en un ámbito atemporal. Si bien es cierto que muchas veces los acercamos a nuestros días, muchas veces lo contemporáneo nos llevaba a pensar en trajes chaqueta, en despachos o en lavabos o escenografías por el estilo, pero no es ese el interés que tenemos en los clásicos. Nos apetece hablar de atemporal porque, sí que es cierto que solemos ambientar la acción en mundos más cercanos que nos permiten un desarrollo de los personajes más cercano o con una psicología más tridimensional y es verdad que el resultado final es más contemporáneo pero nuestra propuesta va más hacia lo atemporal”. Martín explicaba que el espectáculo está siendo muy bien aceptado tanto por la crítica como por el público, que está provocando comentarios muy positivos y que están llegando muchas peticiones de representación y se están firmando muchos compromisos de exhibición.
Por su parte, Alfonso Plou explicaba el proceso de la operación dramatúrgica que ha desarrollado para adaptar el texto de Calderón a un público contemporáneo. Para Plou el texto es “una de las picas en Flandes del teatro mundial de todas las épocas. Por eso hemos intervenido en el con un respeto escrupulosísimo, es decir, sí que hemos cogido a Calderón y lo hemos peinado un poco, pasajes que son más narrativos que de acción y que hemos aligerado o determinadas expresiones, para que sean más cercanas al espectador, pero respetando escrupulosamente la métrica: las silvas son silvas, las décimas son décimas, los romances son romances, es decir, que al mismo tiempo sigue Calderón con toda su fortaleza verbal, que es muchísima”. Otro de los aspectos que se han observado es introducir en los personajes esos elementos psicológicos que en el teatro antiguo sólo estaban presentes en el texto, ya que el personaje era exclusivamente lo que decía.
Para el trabajo con el verso han contado con la colaboración de José Luis Esteban quien, además de ser el actor que encarna a Segismundo, es un gran experto en verso debido a su trayectoria profesional. En la puesta en escena, el trabajo físico y emocional de los intérpretes trabajan en paralelo con una dicción precisa del texto calderoniano. Plou explicaba que las experiencias que han tenido con las representaciones son muy positivas y que el texto funciona perfectamente.
La vida es sueño es uno de esos textos que funcionan por sí mismos, por algo es un clásico. Son obras que han sobrevivido a lo largo de los siglos y que, en muchas ocasiones, su texto ha sido fijado después de centenares de representaciones, con lo que la reacción del público ha ayudado a pulir el texto original. Pero al mismo tiempo puede ser un arma de doble filo, ya que el público espera ver un texto clásico y quiere entenderlo: “Las grandes obras lo son porque son vigentes y también porque están muy bien construidas. Ese es el caso de La vida es sueño”, comentaba Carlos Martín: “tiene un léxico espectacular para el actor, una vez que lo recitas es pura armonía. Ese hecho ya coloca al actor de una forma muy especial. Pero es que además las indicaciones, las pinceladas que da sobre los personajes, son muy ricas, con lo cual va construyendo para cada actor un mundo alrededor casi tridimensional, que le da mucha riqueza a la hora de construir el personaje porque también suelen tener contradicciones, y eso es muy rico. Pero además construye muy bien la trama, que es algo que el público va a descubrir. Está la trama del conflicto generacional de Segismundo con su padre, un tema siempre actual, de la libertad, el libre albedrío o no tenerlo, pero además también hay una trama amorosa que también es una trama de intriga entre los personajes de la corte y las dos tramas están intrincadas. Hay dramaturgos que han caído en la tentación de quitar la trama amorosa y estás cortándole un brazo y una pierna al texto, porque cabalgan juntas y es importante para la determinación final de Segismundo, para ese mundo nuevo, también controlado por el poder, él tiene que renunciar a cosas. No se entendería todo esto si se elimina esa trama. La conclusión final es que sitúes donde sitúes tu propuesta clásica, tienes que ser muy sincero con el trabajo, tiene que haber una razón artística y también filosófica para acometer un texto de este estilo. Luego, dónde lo sitúes estéticamente va a dar igual si ese corazón es el verdadero, el que el autor ha escrito. Por un lado, el autor te guía, el texto ha pasado la prueba de los siglos y si ocurre así es por algo, es fácil seguirlo siempre y cuando tengas una razón y respetes lo que está escrito”.