Sorteando las dificultades impuestas por el virus, como tantos otros proyectos, Terapia Colectiva da por finalizada su sexta temporada de vida. Nacido al calor del Centro de Estudios del Somontano de Barbastro, este ciclo de conferencias ha mantenido su necesidad de buscar y encontrar la curiosidad y la apertura para escuchar, aprender y compartir saberes entre todas las personas participantes, tanto ponentes como público en general. 

El ciclo, que este año se ha desarrollado íntegramente de forma virtual a través de la plataforma Zoom, ha realizado seis convocatorias, a razón de un viernes al mes entre febrero y junio, a excepción de este último, pues remató la temporada por partida doble. Comenzamos en febrero con Coral Herrera Gómez y su ‘Lo romántico es político: otras formas de quererse son posibles’, con una charla de corte clásico pero con materia prima disruptiva: en mi amor mando yo. En marzo se rompió algún molde propio trayendo a la psicoterapeuta Jara Pérez para que desarrollase su clásico y conocido consultorio emocional que esta vez denominamos ‘Histéricas y tronades’, que fue en vivo y en directo y donde cada participante pudo consultar, repreguntar, quejarse y/o llorar. En abrilesperaba la periodista Marta Peirano, autora del requetepremiado libro El enemigo conoce el sistema, y que trajo hasta Barbastro (aunque fuese de forma virtual) su ponencia ‘El futuro tiene mil ojos. Cómo nos vigila internet’, dejándonos boquiabiertas con el uso de la tecnología más cotidiana como forma de vigilancia generalizada. 

Isabel Cadenas Cañón aterrizó en el mes de mayo, apenas unas semanas antes de ser premiada por su podcast De eso no se habla con el X Premio Internacional de Periodismo ‘Colombine’. Lo que trajo a Terapia Colectiva esta periodista e investigadora vasca nace de sus años de trayectoria y de búsqueda sobre memoria y ausencia, temas también presentes en el podcast. Su ponencia, denominada ‘Tu silencio no te salvará. Qué hacemos con lo que está ausente’ fue un revulsivo para el personal, que no escatimó en participación, tanto a través de los audios que previamente se habían solicitado para participar en la sesión, como a través de la narración de las experiencias personales que se compartieron en ella. Momento álgido para revisitarnos. 

El remate del ciclo fue este pasado fin de semana con un colofón que tenía a América Latina como protagonista indiscutible. Y es que el viernes recibimos a Ruda Colectiva, una agrupación de 11 fotógrafas documentales (cada una de un país distinto del territorio americano) que nos mostró sus trabajos colectivos (Esto no es una cadena y Ancestras), pero sobre todo subrayó la necesidad y urgencia de trabajar de forma horizontal, colectiva y con perspectiva feminista. A ese encuentro con las Rudas se sumó el sábado 12 y domingo 13 de junio el taller impartido por la fotógrafa y docente argentina Gisela Volá, de Subcooperativa de Fotógrafxs, quien desde Buenos Aires se conectó con Barbastro para dictar el curso ‘Imagen, deseo y territorio’. Al encuentro llegaron más de 20 personas desde Perú, México, Argentina, Colombia, Brasil, España, Ecuador y Chile, dejando como clara evidencia la necesidad de propiciar espacios de reflexión y aprendizaje conjunto de estas características. 

No sabemos qué nos deparará 2022, pero sí sabemos que, con sus fallos y aciertos, Terapia Colectiva afianza su compromiso con tratar de desentrañar este mundo que no para de moverse.