El SoNna Huesca recorre algunos de los paisajes más sobrecogedores de la segunda edición con los recitales de Eva MacBel en el bosque del Cornato, en el valle de Pineta (Bielsa), y el de la brasileña Dom La Nena en la carrasca de Lecina (Bárcabo).
El festival vive hoy en Arén el estreno mundial de La Ratita Presumida, una adaptación de Los Titiriteros de Binéfar. El jueves fue el turno de la compañía D’Click, que llenó de latas y público la plaza Mayor de Boltaña.
A pesar de sus 32, años, la cantautora y violonchelista brasileña Dominique Pinto, conocida artísticamente como Dom La Nena, parecía una niña jugando con su violonchelo a la sombra de la carrasca milenaria de Lecina, uno de los mejores escenarios naturales que recorrerá nunca el SoNna Huesca, como reconocía satisfecho el público después del obligado bis.
Su fragilidad aparente contrastó con su dominio del escenario y su facilidad para conectar con el público, al que se metió en el bolsillo de su sencillo vestido nada más comenzar el concierto. Cantó en francés, en portugués y en español, reflejando su alma de nómada, e interactuó con los espectadores, a los que puso a cantar y bailar cómo y cuándo quiso. Con el violonchelo como solista, Dom La Nena ofreció un recital de pop de cámara en el que su voz fue un instrumento más. Las bases electrónicas, incrustadas como capas en una fotografía, se sumaron a esa voz dulce y melancólica, llena de saudade –nostalgia-, para llenar de magia un espacio que pareció creado para la música.
Cuando cantó “Yo soy la nena” junto al público, esta artista precoz que triunfa como solista y con Birds On Wire, un dúo de versiones junto a su amiga franco estadounidense Rosemary Standley, suponemos que la brasileña trató de contar cómo dejó su Porto Alegre natal con 13 años para estudiar violonchelo en Buenos Aires, y después, con 18 años, se trasladó a París para trabajar con los mejores. Allí inició su carrera y allí se derivó hacia el pop, “mucho más divertido y creativo que la música clásica”.
Dominique Pinto dio las gracias a la organización y al festival “por permitirme tocar en un sitio tan maravilloso como este”, aunque desde el principio jugó a los equívocos y preguntó al público dónde estaba exactamente. Dialogó con los espectadores sobre la samba y la jota; regaló algún disco, y tuvo gestos para todos; para el fotógrafo que se acercaba y para el niño revoltoso. Usó cascabeles, pandero, guitarrico, guitarra eléctrica y percutió desde una caja de resonancia hasta el propio chelo.
Dom la Nena repasó su nuevo disco, Tempo, y también parte de su discografía anterior en una exhibición de creatividad artística que cautivó al público del recinto y al que se había quedado fuera y ordenadamente la veían desde el otro lado de la encina milenaria. A veces, la carrasca de Lecina parecía engullir a la Nena y otras caía rendida a sus pies.
Eva Macbel en El Cornato
La tarde anterior, la música en la naturaleza ya había estado de enhorabuena. El paraje elegido para el recital de Eva Macbel, en este caso en un formato de dúo de guitarra y teclado (Pablo Estella), fue el bosque de El Cornato, en el valle de Pineta, donde los abetos alcanzan los veinte metros de altura y las moles calizas de más de tres mil metros abrazan majestuosas al recién nacido río Cinca. Allí, en medio de los árboles y entre los reatos del río, la voz rasgada de la cantautora zaragozana se impuso rotunda al repasar su repertorio, parcialmente recogido en su trabajo Some kind of portrait.
El recital sonó a música americana, a folk-pop acústico. Macbel parece haber heredado parte de los registros de Dolly Parton o de Joan Baez. Su voz sonó potente y sincera, y el paisaje hizo el resto. El público se diseminó entre la hierba con las mantas y sillas de cartón facilitadas desde la organización y disfrutó de la música hasta que Eva entonó su particular “good bye” y avisó al público de que si le exigían un bis el recital acabaría en melancolía, pero no fue así. Al final, Macbel vendió los pocos discos que le quedaban y el público tenía la sensación –como sucede en casi todos los conciertos del SoNna Huesca- de haber asistido a un espectáculo especial, lleno de magia.
D’Click en Boltaña
El fin de semana, que iba a repartirse a partes iguales entre música y teatro, había comenzado el jueves en la plaza Mayor de Boltaña, donde la compañía zaragozana D’Click preestrenaba su espectáculo circense Latas, cuyo estreno está previsto en noviembre. Sobre el empedrado de Boltaña, tres artistas de circo, los acróbatas Ana Castrillo, Hugo Gauthier y Javier Gracia, desafiaron al mastil chino y a las incontables latas que poblaban el escenario para componer un espectáculo en el que mezclaron el humor y la capacidad gestual, con las acrobacias y números circenses que sorprendieron al público. Era el mejor inicio de un fin de semana que tras los conciertos de Eva Macbel y Dom La Nena, regresa esta tarde a la comarca de la Ribagorza para acoger un estreno mundial de los Titiriteros de Binéfar.
En efecto, la plaza de Arén vivirá hoy otro acontecimiento especial del SoNna Huesca, como es un estreno de Titiriteros de Binéfar, que presentará por primera vez ante el público una adaptación del cuento clásico de La Ratita Presumida escrita por Paco Paricio para que ejerza de reflexión sobre el consumo y la moda.
La propuesta combina el teatro de títeres con el teatro de actor, la música en directo y la reflexión crítica sobre la cultura consumista y dulcificada que se oferta a los niños. Los personajes que aparecen en escena vivirán las clásicas aventuras pero sugiriendo otras posibles miradas del cuento sin perder la sonrisa.
Fieles a su trayectoria, los Titiriteros de Binéfar nos hacen reflexionar y reír al mismo tiempo con la que es, si nuestras cuentas no nos fallan, su vigésima creación o espectáculo propio y a la que han llegado tras un profundo proceso creativo derivado de la pandemia. La plaza de Arén será testigo de este estreno.
En esta segunda edición del SoNna, el teatro ocupa los paisajes históricos, las plazas de nuestro pueblos, y la música llena los paisajes naturales.