El pasado sábado llegaba la cita más esperada y deseada de este decimotercer aniversario de la sala El Veintiuno y lo hacía con el cartel de entradas agotadas en apenas unas horas a que salieran a la venta.

El regreso del reconocido artista indie español Iván Ferreiro, tras doce años desde su primera vez en la sala, se preveía todo un acontecimiento y que sin duda marcaría un nuevo hito para la posteridad. Su carta de presentación para tan especial ocasión sería su nuevo álbum Trinchera Pop, después del anterior, publicado hace siete años, cuyo repertorio iría acompañado ampliamente de otras viejas conocidas canciones. Y lo hacía en formato acústico, perfecto para el lugar y las circunstancias, y en compañía esta vez no solo de su teclado sino también arropado por dos músicos mas.

Canciones nuevas que se han hecho esperar desde su anterior disco Casa y del que pudimos disfrutar allá por el 2016, desde la sede veintiunera trasladada al Palacio de Congresos de Huesca. Así que el regreso de un artista de la talla de Iván Ferreiro a la sala sería una cita única y para unos pocos afortunados. Como bien comentaría después el artista sobre «el acto heroico que supone que hayan traído a tantísimos artistas a tocar aquí».

El show arrancaba con el artista gallego saliendo a escena junto a Amaro Ferreiro y Sergio M. Puga a las guitarras y con Canciones para no escapar, ejemplificando esas canciones que nos permiten alejarnos de todo el ruido. Desde luego, toda una declaración de intenciones de que durante esa noche nos alejaríamos por un rato de ese ruido exterior para adentrarnos en su personal y metafórica trinchera, un refugio para todos. A pesar de que no siempre se consigue del todo que el público esté callado…

La complicidad entre Amaro y el vigués era evidente, como en el tema Tristeza, que lo cantarían juntos. A lo largo de la noche sonaron canciones como la desgarradora Extrema pobreza, Una inquietud persigue mi alma o El dormilón, para así poder hacernos partícipes de esa retrospectiva de grandes temas e himnos que le han acompañado y nos han acompañado a lo largo de su carrera. Tampoco olvidarnos de la canción El pensamiento circular, muy querida y tarareada.

De su época con los Piratas no faltaron por ejemplo temas como M o El equilibrio es imposible, muy coreados. Tras dejar atrás su etapa como cantante de la banda, el artista pronto crearía un repertorio con composiciones suyas junto a las de su hermano Amaro, con las que daba forma a su álbum Canciones para el tiempo y la distancia (2005) y de las que disfrutaríamos durante el concierto con temas como El viaje de Chihiro, SPNB o Turnedo.

De la Trinchera Pop en la que estábamos inmersos contaría con canciones como Dejar Madrid, Pintball o En el alambre, y dejadme que destaque esta última, por su intensidad y grandiosidad, y sin duda mi favorita del disco.

Ya adentrándonos en la recta final del concierto y volviendo a los Piratas, sonaría Promesas que no valen nada que acababa con algunos versos de Insurrección y que pondrían a todo el público a cantar a pleno pulmón. Seguido de Años 80, otro tema sobradamente conocido por el público también. Canción de toda una generación.

La parafernalia de salir y entrar de nuevo para los bises no fue necesaria y como bien decía el propio artista: «vamos para adelante». Por supuesto no faltaron los agradecimientos a sus músicos, a su equipo, y a la sala El Veintiuno, un placer para él haber vuelto, y donde aprovechaba para comentar en broma eso de «nos vemos dentro de diez años».

El momento mas álgido y quizás mas emotivo llegaría con Turnedo, un hit indiscutible, y que emocionaría a muchos de los presentes, incluido al equipo de El Veintiuno, y es que cada noche esa es su canción de cierre.

Como no podía ser de otra manera, para despedirse elegía quedarse solo para cantar En las trincheras de la cultura pop, última canción del disco, y que sonaría vibrante y enérgica.

Para mucha gente la música puede ser una trinchera. Ese lugar seguro en el que te defiendes y proteges. Esa noche fue nuestro refugio cultural. Fue bonito poder compartir su propuesta musical tan de cerca. Iván Ferreiro es honestidad y maestría. Le precede su amplia trayectoria, su personal e indiscutible voz y sus grandes composiciones, creadas muchas de ellas junto a su hermano Amaro, su fiel escudero.

Una vez más, se hizo difícil eso de «dejemos que corra el aire y digámonos adiós». Al menos que no pasen otros doce años para repetirlo. Los Ferreiro compartieron su personal trinchera pop, pero muchas otras noches El Veintiuno sigue siendo esa trinchera musical propia que nos arropa de todo lo hostil que dejamos ahí fuera.