El grupo aragonés congregó en el puerto de Santa Orosia (Yebra de Basa) a un público entregado, que disfrutó del folk más tradicional en uno de sus lugares míticos y de referencia. La borrasca no impidió la celebración del concierto de Amorante el sábado en Piedrafita de Jaca. El viernes, Hotel Iocandi abría en Anzánigo el segundo fin de semana del festival, celebrado en tres paisajes mágicos del Alto Gállego.
Era el maridaje perfecto y Luis Miguel Bajén, el líder de Biella Nuei, destapó la botella de las esencias con el chiflo y el salterio en su mano izquierda para abrir el recital en el lugar donde se sacralizaron y fosilizaron estos instrumentos, el puerto de Santa Orosia y su ermita. Hace dos años que ese enclave mágico no recibe la romería de cada 25 de junio debido a la pandemia y algunos vecinos de Yebra de Basa, junto a gentes de todo Aragón, subieron a calmar la sed en un día radiante.
Unas 250 personas remontaron la pista que sube a las cuevas y la ermita de Santa Orosia, la mayoría en sus vehículos y unos cuantos a pie; para estos últimos Biella Nuei pidió un aplauso. Entre el público, dos decenas de mayores, socios de la Cruz Roja, que habían subido en un autobús fletado por la institución benéfica. Probablemente fueron los que más disfrutaron. El espacio era completamente accesible y la organización distribuyó sillas de cartón y mantas, como hace en todos los conciertos. El público del recinto mantuvo a rajatabla las normas, pero un grupo de entusiastas no pudieron reprimirse y bailaron villanos y polcas, provistos de mascarilla y más allá de la cuerda que delimitaba el espacio del concierto. Al final, los músicos tuvieron que saludarlos.
Biella Nuei desgranó “Ordesa” (Prames), su último gran trabajo de investigación, previsto para final de año, y presentó temas inéditos como las polcas de Sercué, el villano de Vió o la Danza d’as Trangas de Bielsa; pero repasó también instrumentos –como la flauta de ala de buitre-, informantes de referencia y albadas, pasavillas, romances o cascabillos. Bajén terminó el concierto con Aqueras Montañas, su segundo bis. Se le veía radiante cuando el alcalde de Yebra se acercó a saludarlo.
Biella Nuei es uno de los grupos referencia en la historia del folk aragonés, con más de treinta años de investigación, revisión y adaptación del folklore tradicional. Para ellos, como reconocieron, tocar allí era un auténtico privilegio. El público entendió que también era a la inversa, que a Santa Orosia le debió de gustar la música de Biella Nuei. Al menos, no le resultaría extraña.
Algunos espectadores se quedaron a disfrutar del día con una comida campestre que sabía a romería. Fue el mejor colofón a un fin de semana que comenzaba prometedor dos días antes en Anzánigo (Caldearenas).
El viernes, Tomeu Amer dejaba boquiabierto al público de Anzánigo con su manejo de la escalera de equilibrios, pero sobre todo con un argumento y una puesta en escena muy cuidadas y evocadoras, a pesar de su aparente zafiedad. La densidad argumental de este solo de circo contemporáneo, Peix –prácticamente un mimo- supo integrar a los espectadores, a los que Amer convirtió en un grupo de alemanes veraneantes en un hotel de Mallorca, como símbolo del agresivo turismo de masas. La compañía catalana Hotel Iocandi se presentó con el trabajo profundo de un mallorquín que aparece en escena en calzoncillos y va vistiendo su teatro del absurdo hasta convertirlo en un potente mensaje. Teatro y circo para adultos que a los niños también deja con la boca abierta porque advierten que han presenciado algo extraño, pero muy visual y divertido.
El sábado, la organización del SoNna Huesca y el Ayuntamiento de Piedrafita de Jaca decidían a primera hora de la mañana trasladar la actuación del bosque del Betato a un prado de las inmediaciones, con un acceso más cómodo, como garantía de un desmontaje rápido en caso de tormenta. La previsión meteorológica anunciaba una lluvia que apenas hizo acto de presencia, pero que amenazó con suspender el concierto. Hubiera sido la primera suspensión en las casi cuarenta propuestas al aire libre que ha programado el SoNna Huesca hasta hoy, entre la media docena de este año y la edición de 2020.
El del bosque del Betato parecía un concierto gafado. El artista programado, Amorante sustituía al violonchelista inglés Duotone, que canceló su gira a mediados de julio por la normativa fronteriza Covid existente para los artistas británicos.
Sin embargo, las amenazantes nubes no descargaron y una cincuentena de intrépidos espectadores disfrutó de un concierto en el que la tradición de los bertsolaris vascos adquirió formas contemporáneas gracias al trabajo musical de Iban Urizar –Amorante- que a la palabra sumó las notas de su trompeta o de su harmonium, y efectos sonoros y ritmos de música electrónica.
Iban –o Amorante- es un profesor de música, un investigador musical capaz de llevar las guerras carlistas al sintetizador, como demostró en Piedrafita. Urizar cantó en euskera, pero supo introducir sus canciones, “que algunas son verdad y otras mentira”, de modo que el público pudo viajar en el tiempo y en el espacio a ese País Vasco que describe este virtuoso nacido en Elgoibar y que ha tocado con muchos de los grandes nombres de la música vasca. El SoNna Huesca se reanuda el próximo jueves, 5 de agosto, en Boltaña con la actuación de la compañía teatral aragonesa D’Click. El próximo fin de semana, el festival se desplaza a la comarca de Sobrarbe para visitar Boltaña, Bielsa y Lecina, y cerrar el domingo en Arén (Ribagorza) con los Titiriteros de Binéfar.