Las obras de los 48 artistas con discapacidad intelectual que han podido verse en la sala de exposiciones de la Diputación Provincial de Huesca durante más de seis semanas no han dejado indiferente a nadie. A pesar del periodo vacacional y de las fechas navideñas, actividades habituales como el programa didáctico han completado todas y cada una de las sesiones con 52 grupos, formados en su mayoría por escolares. Además, los propios usuarios de Valentia, colectivos como Cruz Roja Mayores, alumnos de la Escuela de Restauración de Huesca, e incluso los propios jugadores de la SD Huesca, han completado la oferta de visitas que organiza y ofrece la DPH.

El público ha coincidido en señalar que ha sido una propuesta “rompedora y atractiva” y que ha provocado una grata sorpresa entre los visitantes. Precisamente, el objetivo de este proyecto expositivo ha sido el de crear un espacio de reflexión, planteando una serie de preguntas que podían surgir a la entrada en sala “¿Esto es arte?, ¿qué representa?, ¿es único?, ¿es un juego?, ¿cómo lo cuento?, ¿me lo llevaría a mi casa?” y que han sido respondidas por diferentes profesionales del ámbito artístico y cultural.

La conclusión ha sido “el disfrute de las obras expuestas prescindiendo de cualquier tipo de etiquetas, adjetivos, paternalismos y miradas preconcebidas”. En palabras del diputado de Cultura, Carlos Sampériz, la cifra de las 5.034 visitas en total es “el reflejo del éxito de la exposición, que ha obtenido una muy buena respuesta, y que ha sido gracias al contenido proporcionado por el taller de arte de la Fundación Valentia de Huesca”.

Cabe recordar que el Grupo ZheBRA nace en 2012, coordinado por el escultor y artista plástico Eduardo Cajal, y que está formado por 76 personas con discapacidad intelectual de la Fundación Valentia de Huesca. El grupo utiliza la expresión artística como canal de desarrollo personal y como vehículo de inclusión social. Esta exposición en DPH ha sido el colofón de su celebración de más de diez años de existencia del taller, que se ha convertido en un emblema del Centro Manuel Artero de la ciudad.