Este fin de semana disfrutamos de la música que ofrecía el Festival Castillo de Aínsa y el Festival Pirineos Sur, viajando desde Ainsa, en el valle del Ara hasta Lanuza, en el valle de Tena.

Cuando el verano nos brinda una rica y numerosa lista de festivales y conciertos en la provincia de Huesca, no había ninguna duda que la cita del pasado jueves con María Arnal en Aínsa, era obligatoria. Además, no era la primera vez que la veía en concierto, y sabía que las expectativas con la maravillosa propuesta que lleva junto a Marcel Bagés, iban a ser cumplidas.

Aparecía con un habitual vestido blanco y acompañada por Marcel Bagés y por David Soler sobre el escenario de un lugar donde nunca había actuado, el foso del castillo de Aínsa, enfrentándose a un público en gran parte desconocedor de lo que iba a presenciar. Una mezcla de foráneos que jamás la habían escuchado, y los adeptos y adictos a esta gira clamorosa. Dos caras de la moneda, pero con los que conseguiría el mismo desenlace: una experiencia trascendental y exquisita musicalmente hablando.

La voz de María se percibía superlativa a la vez que delicada, y perfectamente envuelta por los sonidos electrónicos y de rock que la acompañaban, construyendo así una atmósfera totalmente envolvente. Hipnótica en temas como el Cant de Sibil·la y catártica en temas como 45 cerebros y un corazón. Obsesiva y punzante en temas como La Gent y Tras de ti. Todos ellos con el suficiente poder de atracción para atraparnos en esa burbuja casi mística. Y es que la calidad interpretativa y letrística queda reflejada en cada canción. Para quien no la haya visto en directo, puede convertirse en uno de sus conciertos del año, o por lo menos inolvidable. Tengo la sensación de que el público presente me daría la razón.

Al día siguiente, en la jornada del viernes, durante la agradable noche en el auditorio de Lanuza, nos encontrábamos a Nita, la ‘frontwoman’ de Fuel Fandango, sobre el escenario flotante con su propuesta de flamenco electrónico.

Llegaban por primera vez y con unas ganas tremendas de regalar su huracán de flores y torbellino de sonidos en una fusión de flamenco, electrónica y rock, asumiendo el reto con creces. Lucimiento de la extraordinaria voz que posee Nita junto a los subidones que lograban Ale Acosta y el resto de la banda, contando con dos baterías para aumentar los decibelios.

Cabe destacar que uno de los momentos para el recuerdo fue escuchar por vez primera sobre un escenario la colaboración del tema Ruido con Amadou & Mariam que habían actuado previamente sobre el escenario esa noche.

El arte y la energía de esta artista se mostraron inagotables consiguiendo un público entregado que coreó y bailó con ganas hasta Salvaje, la última canción del show, manifestando a la formación su deseo del tradicional chapuzón en el pantano, en esa franja divisoria entre escenario y asistentes. Dicho y hecho, todos al agua incluida Nita, haciendo del final muy refrescante.

A mí, personalmente, ver propuestas tan potentes y visibles capitaneadas por mujeres me hace inmensamente feliz y creer que el universo por fin comienza a ajustar la balanza. Hay mucho talento femenino ahí fuera y seguiremos disfrutándolo este verano festivalero y durante el resto del año.