- La banda venezolana, una de las más importantes en su país, triunfó con su fórmula que mezcla reggae, pop, funk y reggaeton
- Baiuca demostró su arte de fusionar la música tradicional gallega con los sonidos electrónicos más modernos
Lanuza, 21 de julio de 2024. Siendo fiel al espíritu que siempre ha caracterizado a Pirineos Sur, anoche se vivió una de esas jornadas que son un reflejo de las diversas músicas que se crean por el mundo. Por un lado, Rawayana, una de las bandas más importantes de Venezuela del momento, que han triunfado con su contagiosa mezcla de reggae, pop y funk; y, por otro lado, Baiuca, el proyecto de Alejandro Guiñán que fusiona con maestría la música tradicional de su tierra, Galicia, con la electrónica más vanguardista.
El show de Baiuca fue mucho más que un concierto al uso; resultó una grata experiencia audiovisual, ideal para disfrutar con todos los sentidos en un espacio como el anfiteatro de Lanuza. Guiñán a los mandos, en la mesa de mezclas, apoyado por tres voces (Antia Muíño, Andrea Montero y Alejandra Montero), percusión y una pantalla que escupía sorprendentes imágenes entre futuristas y folclóricas, armó un setlist dominado por ritmo techno pero hábilmente mezclado con la tradición de su tierra.
Ya con la maquinaría en pleno funcionamiento y despachando beats a toda pastilla, el público no tardó en entrar en trance. “Veleno”, el tema que compartió con Rodrigo Cuevas (cuya actuación aún resuena en las montañas de valle de Tena), elevó aún más la temperatura, para no dar descanso hasta el final con unas contundentes “Diaño” y “Ribeirana”.
Los miembros de Rawayana se han convertido en una de las estrellas en alza de la música latina en los últimos años y tras triunfar hace escasos meses en el Wizink Center de Madrid, recalaron en Lanuza para presentar su último y aclamado disco “Quién trae cornetas”. Tras 10 años de trayectoria, han decidido pasarlo bien, celebrar la vida; y de eso trata precisamente su nuevo trabajo y así enfocaron su show.
Han encontrado una fórmula que les funciona, pero no quieren encasillarse en un género en concreto. Y eso demostraron. Durante casi dos horas dieron un repaso a su discografía en la que suena reggaeton, funky, pop, salsa, rock, reggae, disco o ritmos tropicales. Con una numerosa base de fans de su país, el recital ya comenzó como una fiesta, como una de las citas imprescindibles para bailar en el anfiteatro de Lanuza. Ahí estaban, por ejemplo, esos trallazos de cosecha propia que son “Binikini” o “High”.
Pero tuvieron tiempo para dos magníficas versiones muy bien llevadas a su terreno: “Don’t stop ‘til you get enough” de Michael Jackson y “World hold on” de Bob Sinclair. Y con “#Sádico” y “Dame un break” pusieron fin por todo lo alto a una primera actuación en Pirineos Sur. No debería ser la última.