Aleksandr Scriabin fue un artista adelantado a su tiempo. Como muchos de sus contemporáneos, su obra causó un profundo revuelo en una sociedad, la de finales del siglo XIX y principios del XX, que estaba en constante evolución. En ese panorama de enorme ebullición, no sólo en el arte, sino en todos los órdenes de la cultura y la sociedad, había también un espacio a nuevos conocimientos. La música no escapó a esta corriente innovadora y Scriabin fue uno de los impulsores de nuevas formas musicales. Quizás la más conocida de sus aportaciones es la de intentar plasmar su percepción sinestésica en una parte de sus composiciones musicales.
La sinestesia es la capacidad de percibir estímulos de un determinado sentido como si fuera otro, por ejemplo la de ver sonidos y asociarlos a colores particulares, o la de saborear superficies al tacto, pero es una experiencia totalmente subjetiva. La sinestesia no se aprende, se tiene esa habilidad o no se tiene. Su origen hay que buscarlo en el momento en el que se forma el cerebro en el estadio embrionario y se produce un fallo en la conexión de los nervios asociados con los receptores sensoriales. Esta afección o anomalía sensitiva suele ir asociada a personas con cierto grado de autismo o a personas albinas, mientras que los no sinestésicos tendrán que recurrir a los hongos alucinógenos o al LSD para experimentar algo parecido a la sinestesia.
Scriabin percibía, precisamente, los sonidos y los asociaba con colores. Además, estos colores le ofrecían sensaciones determinadas. generaban determinadas reacciones en su ánimo. Scriabin escribió una serie de obras siguiendo este tipo de composición musical que han sido el punto de partida desde el que el equipo de artistas OPN Studio (Susana Ballesteros y Jano Montañés) han desarrollado una obra titulada Scriabin’s Subjectivity dentro de una línea de trabajo, la serie de acciones u obras dedicadas al Dr. Sachs, quien fue la primera persona en describir la sinestesia, hace más de doscientos años, en 1812.
El pasado viernes 1 de abril se inauguraba la exposición de esta instalación en el Centro Cultural de El Matadero, en Huesca, donde se podrá visitar Scriabin’s Subjetivity hasta el próximo domingo 24. Susana Ballesteros nos explicaba el día de la inauguración que ésta es «una instalación 100% interactiva porque el control lo tiene siempre el visitante. Al estar basada en la sinestesia, tiene una respuesta muy personalizada, no se puede medir cómo afectará a cada persona del público la interacción con la obra. En este caso hemos tomado la referencia de una obra de Scriabin en la que quiso plasmar, asociar de algún modo, lo que para él era la música, asociando cada nota a un color y a una imagen. En la época en que la compuso, la tecnología disponible no le permitió realizar la obra tal y como él hubiera querido. Nosotros, de alguna forma, hemos utilizado ese estudio que hizo el compositor ruso, y lo hemos reinterpretado. Hemos hecho la asociación de notas, colores y sensaciones y cada una de las ochentayocho teclas de este piano está asociada a una nota, a un color y a una imagen que te va a producir una determinada sensación«.
La obra no es la recreación del estudio de Scriabin, sino una reinterpretación artística. Como explicaba el coautor de la instalación, Jano Montañés, las imágenes que se proyectan como reacción a nuestra interpretación al piano «son imágenes de la época. Hemos buscado estas imágenes en bancos de imágenes de diferentes museos estadounidenses, que es es donde más obras se conservan, y escogimos un total de 400 imágenes, de las cuales sólo hemos utilizado las 88 correspondientes al teclado de un piano«. Al tratarse de una instalación artística interactiva, no hay dos interpretaciones idénticas. Tampoco afectará igual una sucesión de notas, colores e imágenes a dos personas distintas que estén en la misma sala al mismo tiempo, puesto que la reacción emotiva será completamente personal y subjetiva, de ahí el título, para cada una de las personas que la visiten.
Como se ha comentado anteriormente, Scriabin’s Subjectivity forma parte de una serie de obras basadas en el Dr. Sachs, una serie dedicada a la sinestesia. Montañés nos explicaba que «siempre que empezamos una serie, nos ponemos a investigar sobre el tema que hemos elegido y, a raíz de eso, una cosa te lleva a la otra y finalmente llegamos a Scriabin«. Ballesteros añadía que «El doctor George Tobias Ludwig Sachs fue la persona que acuñó y explicó por primera vez el fenómeno sinestésico, por eso esta serie de obras del Dr. Sachs explica y gira alrededor de la sinestesia«. Sus obras, al formar parte de series concretas hechas a partir de conceptos muy determinados, tienen una continuidad estilística y de discurso artístico. Utilizan diferentes métodos para conseguir sus objetivos, pero es el uso de la tecnología adaptada al arte la que genera un discurso artístico propio. El diseño y el lenguaje audiovisual se entremezcla con diferentes áreas tecnológicas, como la robótica o la electrónica, y generan unas obras de técnicas mixtas difíciles de catalogar, pero que generan una reacción directa en el espectador: «La respuesta del público es bastante receptiva. Interaccionan bastante con la obra y, casi siempre, con una sonrisa, lo cual es bastante gratificante«, comentaba Susana Ballesteros, mientras que Jano Montañés remataba que «por nuestra forma de ser, nos gusta que nuestra obra se entienda. Hay artistas que son muy cerrados y prefieren dejar al espectador que investigue el porqué de su obra. A nosotros no, nos encanta explicar el cómo y el porqué, para que el espectador la pueda disfrutar al 100%«.
Podéis consultar más obras de OPN Studio a través de su página web: http://opnstudio.com/