Huesca, 9 de marzo de 2016.- Era complicado suponer que, en el momento más difícil de la crisis que sacude al mercado discográfico internacional, en España estuviéramos viviendo una auténtica edad de oro musical. En efecto, si en la década de los 90 un álbum tenía que vender más de un millón de copias para ser considerado un superventas, hoy esa cifra ha bajado hasta las 5 ó 6.000 copias, cifras reservadas para unos pocos privilegiados. Si quieres ser músico y vivir de ello en 2016 has de hacer carretera y patearte la geografía, ganarte el jornal concierto a concierto y, con un poco de suerte, vender alguna copia de tus álbums. Hoy, grabar un disco es, sencillamente, hacer una carta de presentación, una tarjeta de visita, fijar una colección de canciones para atraer al público a disfrutar con tus conciertos.
Este hecho es, quizás, lo que ha posibilitado que los grupos se exijan más calidad a la hora de grabar esas canciones. Saben que, o lo hacen bien, o su propuesta musical está muerta. Muchos, además, son conscientes de que cada vez el público les va a exigir más. Las nuevas tecnologías posibilitan grabar música con una excelente calidad de sonido y de forma cada vez más económica, lo que ha abierto las puertas de los estudios a muchas formaciones que deciden auto editar sus propios discos. Aparece, pues, una nueva escena musical, llena de creatividad, buenas ideas y con una cultura musical como pocas generaciones han tenido. En contraposición a la música más comercial de las multinacionales, las pequeñas compañías o los grupos indies han sabido aprovechar esta democratización de la difusión que se ha conseguido gracias al descalabro de las radiofórmulas musicales y la proliferación de plataformas digitales donde dar a conocer tus canciones de forma gratuita.
Mucho es una de estas formaciones que ha sabido aprovechar el momento. Formada por Martí Perarnau (guitarras, teclados y voz), Miguel de Lucas (bajo), Carlos Pinto (batería) y Víctor Cabezuelo (guitarra), la banda se está abriendo un hueco dentro del panorama nacional a base de calidad y buenas ideas. No es una banda que parte de cero, todos sus componentes tienen experiencias anteriores en otros grupos o, incluso, compaginan su pertenencia a otras formaciones con el hecho de formar parte de Mucho. Y eso se nota. Desde su primer álbum, titulado igual que la banda, Mucho (2010), las composiciones de la banda rezuman calidad. Temas como el que abre el álbum, La casa en pie, o Tu inmersión, nos dejan claro desde la primera audición que estamos ante algo diferente y serio, pero la aparición de perlas como la impresionante Vas a saturar o Resquemor en la orilla, nos dejan claro que, valga la redundancia, Mucho tiene mucho que decir. Cuando escuchas este álbum por primera vez, te quedan ganas de más, y ese más tardó dos años en llegar.
Marxophone, el sello discográfico creado por Fernando Alfaro, Refree y Nacho Vegas, editó el segundo trabajo de Mucho. La producción del álbum corrió a cargo de Ricky Falkner (ex miembro de Standstill y productor de Love of Lesbian o Sidonie, entre otros) y el tándem Santos Berrocal & Fluren Ferrer (Ivan Ferreiro, Sidonie, Quique González, Love of Lesbian, Shuarma, Supersubmarina…) y el resultado es El Apocalipsis según Mucho (2013), un álbum donde la frescura de Mucho deja paso a un estilo que no podríamos definir como más maduro, ya que considero que Mucho es un grupo que nació ya maduro, sino más trabajado. Se reafirma el tono entre surrealista e ilustradamente gamberro de las letras de las canciones y la exquisita mezcla de estilos que conforman el imaginario musical y estilístico de la banda. Más feliz sin televisión, el tema que abre el álbum, es una canción efectiva y pegadiza que da paso a otro temazo de gran calibre, El sitio incorrecto. Con este gran aperitivo se abre un menú completo de sensaciones, una montaña rusa de emociones que continúa con canciones tremendas como Las plantas o Sal de la tierra y que culmina en Sustancia fundamental, una canción que es el último tirabuzón de este salto mortal que es El Apocalipsis según Mucho. Para mi gusto no es, ni de lejos, la mejor canción del álbum, pero Como si no hubiera mañana se convirtió en el single de este meritorio disco.
Al año siguiente, Mucho nos sorprendió con un single que es otra de esas grandes canciones que sólo ellos saben sacarse del sombrero. Grupo revelación (2014) es una de esas canciones que, una vez escuchadas, dejan un poso tan profundo que es imposible olvidarse de ellas. Ya su primer verso es toda una declaración de principios: «¡Ojalá me entretuviera la épica griega!«. Buscaban una canción eterna y la consiguieron, a pesar de no ajustarse a los cánones de la mediocridad imperante. El estribillo, un grito desesperado contra esa nada musical que intenta inundarnos, se clava en el alma de aquellos que todavía esperan seguir disfrutando de las buenas canciones. Musicalmente efectiva, que no efectista, implacable, regia. Gloriosa.
Completa el sencillo La distancia, canción compleja con un final instrumental que está entre lo mejor de la banda. En diferentes plataformas digitales podemos encontrar un bonus track, La primera luz del día, precioso tema que recuerda a la psicodelia de los últimos 60 y primeros 70.
Durante 2014 y el principio de 2015 ofrecen conciertos por toda España presentando El Apocalipsis… y Grupo revelación y en mayo de 2015 entran en el estudio de grabación La casa murada (murada de muro, no del color morado) sin llevar nada entre manos y, tras ocho días de trabajo intenso, salen de ella con su tercer álbum: Pidiendo en las puertas del infierno (2015). Trabajan canción a canción, partiendo de cero. La producción vuelve a recaer en Ricky Falkner y Santos & Fluren, a los que se añade el propio Martí Perarnau.
El resultado es un álbum con una sonoridad aparentemente más desnuda, menos guitarras de apoyo y más sintetizadores. Aparecen ritmos cercanos al funky y a la música disco de los 70 y 80, pero no deja de ser un disco 100% Mucho. El single de presentación es Las puertas del infierno, pero podría haber sido cualquier otra canción, tal es el nivel de este trabajo. Las puertas del infierno es un temazo, pegadizo y bailable, pero a su lado encontramos otros temas de peso, como Fue, La velocidad, Perro Negro S.L., perlas negras de rara belleza como Sucumbe el Universo o la increíble Nuevas ruinas, auténtico himno que haría bailar hasta a The Walking Dead. Sobre todas las demás, la canción que abre el disco, El león de tres cabezas, es uno de esos temas irrepetibles, que merecería ser canción de cabecera para toda una generación de aficionados a la música, a la buena música.
Mucho viene a Huesca a presentar Pidiendo a las puertas del infierno en la sala El Veintiuno el próximo día 19. Dicen que su directo es implacable, que es imposible vivir uno de sus conciertos sin moverse al ritmo de sus canciones, que son una de las mejores bandas que han pisado un escenario en los últimos años. Habrá que verlo. Yo no me lo pierdo.
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