El pintor oscense Alberto Carrera Blecua, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo de la provincia, falleció la pasada madrugada cuando el vehículo que conducía chocó frontalmente contra un camión en la N-340 cerca de Alcanar (Tarragona). A pesar de la rápida intervención de los equipos de emergencias, nada pudieron hacer para salvar su vida.
Desaparece así, repentinamente, una figura fundamental del arte oscense de finales del Siglo XX y principios del XXI. Su obra, llena de vigor y fuerza, fue evolucionando a través de los años. A mediados de los 70, tras su formación en la Escuela Massana de Barcelona, su estilo se decanta hacia un hiperrealismo que irá mutando hacia una búsqueda de lo esencial, un acercamiento progresivo al primitivismo y a la abstracción, sin dejar por un momento su interés principal: el ser humano.
Su obra se expuso en enero de 1991 en el Parlamento Europeo, justo en uno de los momentos más interesantes de su trayectoria artística. Expuso también en Senegal, bajo el amparo de la Diputación Provincial de Huesca, institución que inauguró su sala de exposiciones precisamente con la obra de Alberto Carrera Blecua.
Su obra iba acompañada de un profundo sentimiento humanista, una preocupación por la naturaleza humana que cimentó un legado artístico de enorme importancia al que no se le ha hecho justicia en vida. De entre las diferentes exposiciones que se han podido ver en territorio aragonés destacaríamos, por diferentes motivos, Obra Pictórica 1999-2007, que se pudo ver en la sala de exposiciones de la DPH y en el Salón del Trono del Museo de Huesca, en la que se pudo evidenciar el enorme valor artístico de ese período concreto de su obra, y la reciente El tiempo también pinta, en la que reinterpretaba la obra de Francisco de Goya y sus famosas pinturas negras, dotándoles de otra vida, otra percepción, otro foco, en un ejercicio estilístico parecido al que realizó Picasso con Las meninas de Velázquez.
Imagen: Europa Press