La compañía Nueve de Nueve presenta en Huesca La exinta poética, el espectáculo que han creado con la colaboración de Paco de La Zaranda, director de la mítica compañía de teatro La Zaranda (Premio Nacional de Teatro 2010) y el dramaturgo Eusebio Calonge. La experiencia es inusual, Paco de La Zaranda no suele dirigir nada fuera de su propia compañía, por lo que estamos ante un espectáculo que, a priori, es una oportunidad única. Si a eso le añadimos que La Zaranda es uno de los mejores grupos teatrales que ha dado España en el último medio siglo, la cita es inexcusable.
En escena nos encontraremos a Laura Gómez-Lacueva, Rafael Ponce (de Esteve i Ponce), la bailarina y actriz Ingrid Magrinyà y la gran actriz oscense Carmen Barrantes. Precisamente, con Carmen Barrantes estuvimos hablando el pasado martes sobre esta obra y sobre su trayectoria artística en Con H de Huesca Agenda Cultural, el programa que presentamos en Hit Huesca. Aquí os transcribimos un extracto de esta conversación.
Una obra de teatro en colaboración con La Zaranda. Eso son palabras mayores. ¿Cómo surgió la posibilidad de tirar adelante este proyecto?
Fue un proyecto que nació de una manera muy misteriosa, como suelen pasar estas cosas [se ríe] porque partió de Gabino Diego. Gabino Diego era muy amigo de Eusebio Calonge que, para los que conocen a La Zaranda, saben de lo que estamos hablando, y los que no, les recomiendo que empiecen a indagar, porque llevan cuarenta años haciendo teatro, un teatro con un sello muy especial, un teatro como el que yo creo que no hay otro en este país. La Zaranda son Premio Nacional de Teatro, son una gente muy especial. Eusebio le pasó un texto a Gabino y Gabino y yo tenemos mucha amistad, he trabajado con él. Me pasó el texto y me pareció fascinante. Tuve mucha suerte, fue una misteriosa cadena de suerte, de conocerlo, que yo entrara en el proyecto, que luego entrara Laura [se refiere a Laura Gómez-Lacueva] y al final nos unimos como compañía, aunque realmente es un proyecto de Paco de La Zaranda y Eusebio Calonge, que son el director y el dramaturgo de la compañía jerezana.
Empezamos en marzo de 2014, que se dice pronto…
Ya hace días…
Sí. Fue un proceso largo, con muchas interrupciones, pero al final, la criatura vio la luz y no podemos estar más contentos, porque en Madrid estuvimos en el Teatro Español un mes, prorrogamos, con unas críticas excelentes y… Bueno, estas cosas pasan pocas veces, con lo cual, cuando pasa, es de agradecer y hay que saber que es excepcional y no pasa siempre.
He trabajado mucho, muchísimo, y con los mejores, pero eso no es garantía de éxito y con esto ha funcionado muy bien. Y la primera parada que tenemos después del Teatro Español es aquí, en Huesca, en mi casa y eso me hace una ilusión tremenda. Motiva muchísimo.
Lo has dicho de pasada, pero La Zaranda es uno de los cinco mejores grupos teatrales del último medio siglo en España.
Sí. En este país… Bueno, yo salí de una escuela de teatro y no sabía quién era La Zaranda. Y creo que hay algo de responsabilidad en las escuelas y en el propio ámbito cultural, que hay mucha gente, muchos actores, que no los conocen. Yo me enteré de quién era La Zaranda en Buenos Aires. Me fui en 2007 a estudiar allí y me decían: «¿Española? ¡La Zaranda!» y yo me quedaba bizca y les preguntaba: «¿La Zaranda? ¿Pero quiénes son esos?» Y los conocían. Los adoran. Allí son auténticos dioses. Entonces, claro, da un poco de vergüenza no saber quién son.
Es verdad que, a raíz de trabajar con ellos, te das cuenta de la grandeza y de lo maestros que son. Creo que cuanto más sabe una persona, cuanto más maestro es y cuanto más… [resopla buscando las palabras] No sabría describir con palabras su excelencia en el trabajo. Luego te das cuenta de que, encima, son unos maestros en la sala de ensayo y en el escenario y luego son unos amigos en el bar. Eso es aún más extraño.
Fui a verlos por primera vez en Madrid, no podía consentir que me volvieran a preguntar por ellos y tener que poner cara de póker. Me quedé tan impresionada de su trabajo que fue… Yo creo que es la primera vez que, al acabar la función, me quedé sentada en la butaca, conmovida, retorcida, como si me hubieran dado un golpe en el pecho, de haber visto algo tan bello, tan conmovedor, algo que no me había pasado nunca. Pensé que era yo, que debía estar un poco rarita, porque esa sensación, ese cuerpo, no me lo había podido dejar una función. Yo veo mucho teatro, muchísimo, desde hace un montón de años, y voy, no solamente me dedico a esto, voy, y voy mucho. A los tres días volví a ver la misma función pensando que no era normal lo que me había pasado. Y me pasó exactamente lo mismo. Un poquito más, incluso. Desde ese día para mí son los mejores. Lo mejor que he visto en mi vida es a Ricardo Bartís en Buenos Aires y a La Zaranda aquí en España.
Es que, haciendo honor a su propio nombre, te zarandean…
¡Totalmente! Y te lo puedo decir yo, que he trabajado con ellos, que te zarandean hasta el infinito.
¿Habéis hecho un trabajo muy técnico, muy teórico, antes de empezar los ensayos?
[Muy enfática] ¡Naaada! Nada, nada, nada, no. Si esto que he trabajado con ellos es teatro, entonces es la primera vez que hago teatro en mi vida. No tiene nada que ver con nada. Es una forma de trabajar tan especial, tan desde el alma, que no se puede comparar a nada, a nada de lo que he hecho. Es una barbaridad. Es un regalo del cielo. No sé por qué me ha tocado a mí, no lo sé, pero sólo puedo estar agradecida, porque ha sido una barbaridad.
Y muy duro, ¿eh? Muy duro. Muy, muy, muy difícil. Pero, por otra parte, maravilloso.
Pero te ha compensado, ¿no?
Con creces. Aunque lo pases mal en los ensayos, aunque sufras y… ha sido un proceso de mucho, mucho trabajo, y de dejarte la piel… Vamos… Aún con esas, salías del ensayo y había una parte de tu cuerpo que decía «esto está muy bien. Hay que seguir, hay que seguir, hay que seguir peleando y aunque no entiendas nada y aunque no te salga nada y aunque creas que es todo un desastre y solo quieras desaparecer y salir corriendo, hay que seguir y el trabajo está ahí, es trabajo.
Todo eso que no entiendes en un principio, luego lo ves ya al final…
Lo sigues sin entender, realmente. No funciona así. Yo creo que es algo que no pasa por la cabeza. Las cosas más bonitas no pasan por la cabeza, te pasan por otro sitio; te pasan por el estómago, por el corazón, por el alma… Y esto ha sido así. Es como intentar entender el amor, o intentar entender la muerte, o intentar por qué nace un niño: no lo sabemos. Pues esto es lo mismo, es una cosa que no es tangible, no va por la cabeza, va por otro sitio.
¿Podríamos decir, haciendo un juego de palabras barato, que es un teatro entrañable porque sale de las entrañas?
[Se ríe a gusto] Sí, pero yo creo que cuando salgas de la función lo último que vas a decir es entrañable. Vas a decir otras cosas…
¿Qué es lo que nos vamos a encontrar en La extinta poética?
Creo que es una función muy bella, que te sacude, que tiene humor, creo que es desgarradora… y creo que hay que verla. No te puedo decir si es un argumento, si va de tal o va de cual… No va de nada y va de todo, va de la vida. Y creo que hay que verla. Siempre digo que yo no la he visto, que me encantaría verla, pero no la he visto, yo estoy dentro. Pero por las reacciones de la gente, por lo que una siente cuando la está haciendo, es una maravilla. No he hecho nunca una cosa así y, si no estoy en sus manos, no creo que lo haga nunca más.
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La extinta poética se podrá ver en el Auditorio del Palacio de Congresos de Huesca el sábado 14 de enero de 2017 a las 19:30h.
Puedes adquirir tus entradas a través de este enlace.
Puedes escuchar la entrevista en su totalidad en el podcast de nuestro programa: