Muchos mayores me han dicho que los niños, al dar su opinión, son muy sinceros y que no tienen miedo de qué les pueda pasar después de hacerlo. Y eso es lo que voy a hacer.
Son las nueve y tres y estoy esperando a que empiece el concierto de Pirineos Sur. Hoy tocará Ketama, que ha vuelto a juntase para inaugurar este festival Pirineos Sur 2016, junto a Toumani Diabaté, que coincide con el 25 aniversario del festival.
Hace 25 años que Ketama inauguró Pirineos Sur por primera vez. Imagino que, como hace 25 años, nos han vuelto a emocionar con esas melodías tan impactantes y exóticas, pero a la vez hermosas y dulces. Yo, hace 25 años, no existía, porque tengo 11.
Fui a un concierto de Toumani Diabaté que fue en Zaragoza. Por poco no puedo escribir esto porque casi no me dejan entrar en el concierto. El guardia nos dijo a mis padres y a mí que si no me iba a portar bien, no podía entrar. ¡Qué suerte tuve!
También me compré un disco de Arnaldo Antunes y Toumani con el que me dormí muchas noches y que me acompañó en largos viajes. A Ketama sólo le he oído en el ordenador unas cuantas veces, pero no he tenido la oportunidad de oírles en directo. A Ketama con Toumani nunca los había oído. Y ha sido una experiencia muy agradable.
Muerta de vergüenza
Cuando fuimos a Formigal a buscar las acreditaciones, justo llegaron los artistas. De repente, me giré y los vi. Pensé “ay Dios mío”. Estaba muerta de vergüenza. Vimos que desaparecían tras una puerta y se metían en una sala. Mi padre me dijo de bajar. Yo le dije que no, que eso era para prensa y periódicos. Pero él insistió y al final, bajamos.
No entiendo aún cómo pude entrar ahí. Estábamos en una rueda de prensa. Era la única niña. Los distintos periodistas hicieron preguntas a los artistas y ellos las respondían.
Uno de los comentarios que hicieron los artistas me llamó mucho la atención. Era este: Juan, uno de los artistas, dijo que, al principio, no se entendían porque ninguno de ellos hablaba el mismo idioma. Pero cuando cogieron sus instrumentos, todos se entendieron a la perfección. Eso que surgió era música.
Al final, mi padre les hizo una pregunta que también era una especie de comentario. Me señaló y los artistas inmediatamente me miraron. Yo me puse roja y no sabía dónde meterme. Cuando acabó la rueda de prensa, me hice una foto con ellos. Nos metimos en el coche y fuimos rumbo a Lanuza. En el trayecto, me emocionaba cada vez más porque sentía que estábamos más cerca de que empezase el concierto.
Entrando en un sueño
Cuando llegamos al Auditorio, me quedé paralizada por unos segundos, cuando vi el escenario no sabía qué hacer. Era precioso. Me encantó el escenario y cómo quedaban las montañas verdes y el cielo azul. Fue como un sueño.
¡El momento ha llegado!
Está empezando el concierto. Las luces se apagan. No veo casi nada. De repente, unas luces azules iluminan el escenario. Se puede ver a lo lejos, una especie de pantalla en la que pone, con letras grandes y rojas, Pirineos Sur.
Aparece una persona, coge una guitarra que está al lado de una silla y empieza a tocar. Junto con él también aparece otra persona con alegres rizos negros en la barba. Es el que toca el cajón. Al cabo de un rato, aparece otra persona que lleva un sombrero y una chaqueta. Es el cantaor. Más tarde aparece otra persona y empieza a dar palmas a la vez que camina despacio delante de los músicos y empieza a taconear velozmente.
Al cabo de, más o menos, una hora tocando, se levantan y saludan al público. Han acabado su función. Era Duquenque y unos extraordinarios músicos que tocaron a su lado.
Después de haber cambiado el escenario, entraron Toumani Diabaté y Ketama, acompañados de tres coristas. Saludan alegres al público. Es el concierto que tanto tiempo estaba esperando.
Las personas que están en el escenario son: tres coristas de Mali, dos mujeres y un hombre que van vestidos tradicionalmente como en su país; dos guitarristas que son los Carmona; un batería; el cantante que también hace de percusionista; un contrabajista; y, Toumani Diabaté que toca la kora.
Mis sentimientos
Los conciertos me parecieron espectaculares. Y me parece muy bonito que tras 25 años hayan vuelto a reunirse sólo para compartir una tarde más.
Accedí a escribir en esta revista porque así cumplía uno de mis sueños y también porque conocía a más músicos que antes no conocía y, así, poder enterarme un poco más de uno de los mundos que más me gusta: el mundo de la música.
A veces, cuando quedo con amigas, les pongo algunas canciones que a mí me gustan, pero que no es muy común que a una niña de 11 años le gusten. Y cuando se las pongo, me dicen: “Candela ¿a ti te gusta esto?”. Y yo les digo que sí. Pero me miran como diciendo “madre mía”.
En todo este tiempo, en todas estas horas que he vivido, me he dado cuenta de que soy muy afortunada. Tengo una familia que me quiere, unos padres que no sé cómo consiguen que, a veces, tenga ciertas oportunidades como esta de escribir en una revista. Cuando estaba mirando el escenario, pensé “estoy cumpliendo mi sueño”.
Algunos de los sentimientos que he nombrado, vergüenza, alegría, los suelo vivir cada día porque suelo ir a conciertos y, a veces, hablo con los artistas que han interpretado una actuación, un concierto o una obra de teatro.
En resumen, soy feliz.
Candela Alegre