THE NEW RAEMON

Sala El Veintiuno, Huesca

22 de julio de 2016

 

Noche de julio en Huesca. Nadie por aquí, nadie por allá. Y los pocos que quedamos nos repartimos entre terrazas, bares, restaurantes, cine y algún que otro concierto. En la sala El Veintiuno actúa The New Raemon, uno de los máximos exponentes de la escena independiente de este país.

Ramón Rodríguez, conocido como The New Raemon, no visitaba Huesca desde hacía cuatro años a pesar de que es uno de los artistas más prolíficos y que en más proyectos colabora.

En el escenario, The New Raemon, está solo, con su guitarra y vestido de negro. La psicología del color dice que el negro tiene diferentes significados: elegancia, fuerza, depresión o miedo. Es un color muy acorde con su música y lo que plasma en sus canciones.

Lo cierto es que si nos ponemos a etiquetar, lo de The New Raemon es pop melodramático. Contaba Ramón Rodríguez en una entrevista que sus letras de su disco “A propósito de Garfunkel” (BCore, 1998) eran tan autobiográficas, tan íntimas, que le daba vergüenza cantarlas en público. Pero lo que sucedió con este álbum marcó un antes y un después en su carrera. Con él se dio a conocer a un público que empatizó con lo que contaba en sus canciones. Por ello, cuando acababa los conciertos, se le acercaban a preguntarle cómo se encontraba. Como si fuera un colega más.

Porque si algo tiene Ramón es que se desnuda en lo que compone pero también lo hace mientras está en el escenario. Cuenta todo, hasta lo más íntimo. Y así nos enteramos de la fascinación que sentía por el fenómeno Pokemon Go, que no llegaba a comprender; de que compuso la canción Elena-na después de “echar un kiki”; o, que creía que a su edad ya no le funcionaba “el boli” para tener hijos, aunque hace poco que ha vuelto a ser padre. Pues así es Ramón Rodríguez, The New Raemon. Así que lo más divertido de la noche fue cuando espetó “No hablemos de mí”, lo que produjo la carcajada de todos los que nos habíamos congregado en El Veintiuno.

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The New Raemon en El Veintiuno. Foto: Jaume García Castro

Comenzó el concierto con canciones de su último trabajo “Oh, rompehielos” (Bcore, 2015), como Oh, rompehielos, La reina del Amazonas, El Yeti. Ramón tiene una revelación cuando empieza a tocar la delicada El Yeti y nos dice sorprendido “esto es una jota”. A media canción vuelve sobre el tema y manifiesta “no me había dado cuenta”. Acaba esta primera parte con Mientras sea un intruso y Quimera.

Continúa el concierto con las canciones más conocidas de trabajos anteriores. La cafetera, que, como nos contó, es la primera canción que escribió en castellano. Ahora, se toma a risa las rimas de la estrofa “Escribiendo en servilletas que tú tienes mucha jeta”. Con su hit, Te debo un baile, versión de Nueva Vulcano,  Ramón nos mostró las diferencias entre la original y la suya.

Muchas de las canciones que escuchamos fueron compuestas para recuperar a una novia. Ramón, pasado ya tiempo, se toma muy a broma este asunto y asegura “ya lo tengo superado”, aunque desde el público alguno le planteó sus dudas sobre esa afirmación. Interactúa, cuenta y sigue cantando e interpretando con serenidad. Su voz templada atraviesa las capas más gruesas de la piel.

Entre otras canciones suena Sucedáneos o Elena-na, que mezcla con Wicked Game de Chris Isaak.

Y por último, Tú, Garfunkel, que todos coreamos y que puso punto final al concierto. Logró que acabara en un punto muy álgido. Casi pareció una sesión de musicoterapia para aumentar la resiliencia ante desengaños amorosos.

Ramón baja del escenario y se queda junto a la barra y habla y saluda a todos los que se acercan.

Prometió que volvería pronto a presentar su nuevo trabajo, el cual ha grabado con McEnroe. No nos lo perderemos.