El Festival Sonidos en la Naturaleza supera el ecuador de su extensa programación con casi 5.000 espectadores acumulados –a pesar de la restricción de aforos- en una veintena de espectáculos que han recorrido las cuatro comarcas pirenaicas y las dos del pre Pirineo oscense. La próxima semana, la cita se traslada a La Litera.

En la tarde noche del sábado 21 de agosto, la ermita de los Agudos de Alcalá de Gurrea, un promontorio desde el que se domina el pantano de la Sotonera y prácticamente todo el paisaje de la Hoya de Huesca, albergaba el recital de Jano Fernández y Ariadna Rubio, TéCanela, una de las citas del festival que más expectación había despertado.

Al pairo de una brisa refrescante, la juguetona guitarra de Jano y la maravillosa voz de Ariadna Rubio, encandilaron al público, que participó entusiasta en cada uno de los retos que la descarada pareja les planteó. Entre los espectadores, la vicepresidenta de la Diputación Provincial de Huesca, Elisa Sancho, la diputada de Cultura, Maribel de Pablo, considerada ya una asidua del festival, pues ha asistido a la mayoría de la casi veintena de espectáculos que el SoNna ha programado desde que comenzara el pasado 19 de julio, y la también diputada Sofía Avellanas.

Los zaragozanos repasaron su primer trabajo Las Dos Caras del Hilo y avanzaron algunos temas de su segundo trabajo, cuya publicación está prevista para final de año. El público coreó Ratón de Alcantarilla o La rumba del tartamudo y se dejó llevar por la frescura, el dinamismo y la complicidad de una pareja que va camino de convertirse en referencia de la denominada canción de autor/a.

TéCanela se despachó a gusto, como todos los grupos que participan en el SoNna Huesca tras más de un año sin prácticamente contacto con el público. Cuando el sol se ponía y la luz menguaba, Ariadna preguntaba a la organización si había espacio para los bises y regresó con su flauta travesera dispuesta a terminar lo que tan bien habían empezado. Como todos los participantes del festival, el grupo se deshizo en elogios a la organización por ubicar Sonidos en la Naturaleza en enclaves tan evocadores, igual que el día anterior hacía Agnès Fustagueras en Agüero.

Daraomaï en Agüero

El dúo Agnès Fustagueras y David Soubies demostró el viernes en la plaza Mayor de Agüero cómo la acrobacia puede ser un modo de expresión escénica lleno de plasticidad y belleza expresiva. Los acróbatas de la compañía Daraomaï, procedente de Carcassonne (Francia), presentaron al pie de los mallos de Agüero Cuerpos de madera, un diálogo entre dos autómatas que parte del descubrimiento del otro y finaliza con una fusión total entre ambos. Es un relato que se presenta entre el suelo y la pértiga china, una especialidad del circo contemporáneo que los espectadores del SoNna Huesca ya pudieron disfrutar en Boltaña con la compañía aragonesa D’Click.

Lo que el público desconocía y quizá terminó intuyendo es que Soubies se había fracturado dos costillas en su último espectáculo y a punto estuvieron de suspender. El protagonismo sobre el escenario lo tuvo ella, Agnès Fustagueras, formada en las escuelas Rivel de Barcelona y Fratellini de París, que demostró una capacidad expresiva y una potencia física admirables. Acabó extenuada y sus sinceras palabras de agradecimiento al público, a Agüero y a la Diputación de Huesca por incluirlos en el programa sonaron entre sufridos jadeos. El espectáculo registro tres cuartos de entrada y el sol, con su ocaso entre los mallos, ayudó a que la tarde fuera perfecta. Una vez más en el SoNna Huesca, un escenario grandioso y una actuación para recordar.

Civi-Civiac en la ermita de Santa María de Dulcis

El jueves, el público de Buera fue especialmente puntual y diez minutos antes de las 20.00 horas había prácticamente llenado el aforo del recinto preparado en el entorno de la ermita de Santa María de Dulcis, una joya escondida cerca de Buera, al sur del Parque Natural de la Sierra de Guara en la comarca del Somontano. Una veintena de espectadores respondió a la invitación del Ayuntamiento de Santa María de Dulcis y participaron en la visita guiada organizada para recibir al público del SoNna Huesca y mostrar las bellezas y tesoros del entorno.

En aquel promontorio –otro- se subió al escenario el mago altoaragonés Ismael Civiac, que presentaba su espectáculo Torpeza Obliga, una pieza en la que el de Civi-Civiac afronta un trabajo muy diferente al que nos había habituado en sus veinte años de trayectoria.

Bajo la dirección de Paco Paricio (Titiriteros de Binéfar), Ismael Civiac fusiona teatro, ilusionismo, títeres y clown para representar a un payaso que llega a Buera –en este caso- a celebrar el cumpleaños la sobrina de Don Florencio, el dueño de Almacenes la Confianza, un supuesto potentado local que ha contratado al payaso más torpe del entorno para disfrute de tío y sobrina. La obra reivindica la equivocación y la torpeza para tratar de reconciliar a los torpes, los despistados e inseguros con su entorno y consigo mismos, y termina con un alegato a la integración, ya con Ismael Civiac despojado de sus accesorios de payaso.

Marlango en Sabayés

El grupo de más cartel, Marlango, abría el miércoles la semana más larga del festival en el entorno del centro de interpretación del Salto de Roldán, en Sabayés (Nueno) o “Sabañés”, como se empeñó Alejandro Pelayo en nombrarlo. Al público no le importó, sobre todo después del alegato que lanzó en favor del vino de Somontano.

Desde el primer instante, Leonor Watling y Alejandro Pelayo comunicaron con facilidad con el público. El pianista estuvo especialmente gracioso y brillante en la introducción de los temas. “Pidan, pidan; si nos la sabemos la tocaremos”, decía.

Poco antes de empezar con su conocida versión de Semilla Negra, ya al final del recital, Pelayo se dirigió al público aragonés por si había algún familiar de Santiago Auserón entre ellos. “Algún primo o conocido que pudiera hablar con él”. Al parecer, no les coge el teléfono.

Pelayo llevó el peso en el relato y también en lo musical, y Leonor Watling, actriz fetiche de Pedro Almodóvar a comienzos de los 2000, acompañó con su voz cálida y oscura a la vez, que encuentra su ambiente perfecto en esa mezcla de pop, blues y jazz que hace Marlango desde hace quince años, al principio en inglés, y ahora con el castellano como lengua de referencia.

Sonaron temas como Pequeño Vals, Hold me tight, Dime que llegaremos lejos o Dinero, pero después Marlango se adentró en las versiones de canciones legendarias como Ay Pena, Penita, Pena, Copenhague, de Vetusta Morla o Insurrección de El Último de la Fila, que el público ayudó a cantar. En el tramo final, Semilla Negra y La Cruda, una composición propia, rematada en plena pandemia.

Quizá la que es su canción más conocida, Lo que sueñas vuela, la reservaron para el final, junto a una versión de El último trago. El dúo estuvo muy a gusto y el público también. Leonor Watling agradeció uno por uno –recordaba todos sus nombres- a todo el equipo de producción y de sonido por el esfuerzo realizado.

Justin Adams y Mauro Durante en Piracés

El SoNna Huesca cerró la semana, la tarde noche del domingo, en el en el espacio Arte y Naturaleza de Piracés (Hoya de Huesca), que albergará el concierto de dos maestros, Justin Adams y Mauro Durante, en una fusión muy especial en torno a la música de trance de La Taranta. La escultura Árboles como arqueología (2003), de Fernando Casas, es uno de los siete conjuntos escultóricos del proyecto Arte y Naturaleza impulsado por la DPH. Se compone de ocho monolitos de granito negro de hasta cinco metros de altura y más de un metro de diámetro, y dos olivos centenarios. Está ubicada en la ermita de la Corona de Piracés, en la Hoya de Huesca, lugar donde tendrá lugar este concierto mágico.